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Domingo

Patricia García: “Un rebrote era esperable pero no en la magnitud de lo que tenemos ahora”

Exministra de Salud. Investigadora en temas de salud pública. Magister en epidemiología

Patricia García
Patricia García

Vacuna rusa, segunda ola de contagios, infodemia y reclusión obligatoria los domingos. La exministra de Salud, Patricia García, responde a todos los tópicos de la última semana.

¿Qué siente cuando una autoridad regional dice que la carne de auquénido, de llama, sirve para combatir el virus?

Me preocupa. Creo que hay que trabajar bastante para tener autoridades mejor informadas o para que la misma población esté mejor informada. La carne de llama es rica, es buena, es fuente de proteínas, pero los mensajes respecto a la prevención deben ser claros. La alimentación saludable es necesaria para todos, pero eso no es prevención contra el virus.

Ya teníamos un problema importante con los bulos en redes sociales sobre el dióxido de cloro pero es demasiado que una autoridad regional se sume con este tipo de falsedades.

Mira, estamos viviendo un tiempo extraño. Y no solo son nuestras autoridades. No sé si escuchaste al presidente mexicano hablando acerca de la virgencita. Y esos son los casos que tenemos más cercanos. También han pasado muchas cosas con mandatarios en África. Nos falta mucho por entender acerca de la medicina y la salud pública basada en evidencia y no en mitos. Lo que dicen esas autoridades es el reflejo de lo que el público en general no sabe. Y además que nos enfrentamos a la infodemia, esta información que circula por las redes, llena de mitos, confusiones, desconocimiento. Esto no ha terminado. Es bien difícil y bien complicado combatirlo. Yo creo que no hemos tenido un canal claro de comunicación de riesgo de parte del Estado.

A ver, al inicio de la pandemia el gobierno tuvo éxito en su campaña por el lavado de manos, ¿por qué no pudo hacer una campaña igual de efectiva contra estas curas milagrosas?

No lo sé. Eso hay preguntárselo a ellos. Ahora, el tema del lavado de manos era algo que estaba más o menos desarrollado, porque sirve para muchas cosas, como las diarreas. Pero lo que ha pasado ahora es que hemos tenido un desborde a nivel del Ministerio de Salud. Deberíamos tener un plan de comunicación de riesgo. El lavado de manos está bien, el distanciamiento, ¿y las máscaras? Eso ha pegado más o menos. Cuando se levantaba la cuarentena yo dije: el gobierno debe invertir en dos cosas claras, el tema de la detección, el poder hacer cercos epidemiológicos para captar rápidamente a los infectados y evitar que la cosa crezca, y lo segundo: comunicación de riesgo, para que la gente sepa qué debe hacer y qué no debe hacer. Y lo dije porque veía lo que se venía. ¡El primer domingo después de la cuarentena todo el mundo fue a visitar a su familia! Es increíble como algo tan hermoso puede ser tan terrible.

Ahora, un tema que llama la atención es la enorme difusión que ha tenido el tema del dióxido de cloro.

Yo estoy segura que hay un negocio detrás de esto, sin la menor duda. Pero también tienes que entender que estamos viviendo un tiempo de crisis y desesperación, y la gente necesita creer en algo. Porque las recomendaciones de lavado de manos y de quedarse en casa no son suficientes. La gente necesita algo que cure, que prevenga. Entonces surgen dos personas; los aprovechados y los desesperados. Ahora, esto del dióxido de cloro no es nuevo. Cuando aparece la epidemia del VIH, y te lo digo porque yo fui estudiante de medicina en esa época, se dijo que el dióxido de cloro iba a curar esta enfermedad. También se dijo que curaba el cáncer. Lo han promovido para todo lo que han podido.

Es la panacea.

Claro, pero no puede ser que haya algo que cure todo, porque todas las enfermedades tienen un mecanismo distinto. No se puede creer en eso. Y lo peor es que es algo tóxico. Es verdad que hay gente desesperada, pero la solución no es hacerse más daño. Y ya estamos viendo, como gremio médico, ese daño. Hay alumnos míos que me llaman desde Arequipa y me dicen: “Doctora, estamos recibiendo pacientes con úlceras duodenales”, porque habían tomado esto. Y el otro problema es que esto y la ivermectina le dan a la gente la falsa sensación de que están protegidos, y no es verdad. E igual se infectan.

Esta semana, Rusia se adelantó a todos y dijo que inscribiría su vacuna contra el virus. ¿Qué piensa usted?

Mira, este es un momento terrible, es una guerra contra un enemigo silencioso. ¿Y qué pasa? Los países quieren demostrar su hegemonía. Tienes a China tratando de sacar la vacuna, a Estados Unidos, a Reino Unido, y por detrás sale Rusia y pone el pie primero. Pero lo único que han hecho es dejar una huella antes para decir que ellos ganaron, pero lo interesante es que al día siguiente ha salido un poco más de información que ha pasado desapercibida. Ha sido una acción puramente política porque ni siquiera están publicados los datos de sus estudios de fase 1 y fase 2. Y los ensayos clínicos de fase 3, que otros países están empezando, ellos también los han comenzado recién. Pero te decía, lo que se ha publicado es que la investigación que han sacado permitiría su uso en enero de 2021. Incluso los mismos investigadores rusos han dicho que esa publicación es totalmente anticipada porque todavía deben ver los resultados.

¿Los mismos investigadores rusos dicen eso?

Sí. Esto es simplemente una forma de poner el pie primero, algo un poco irresponsable, con la idea de causar revuelo. Lo peor es que hay gente que se apresura y dice: “Por qué el Perú no compra esta vacuna”. Hay que tener cuidado en este escenario de guerra. Hay una politización de la salud pública. Y hay un nacionalismo donde cada país quiere tener lo suyo. Pero también hay un grupo de países que ve la cosa con solidaridad y multilateralidad, que ha creado una plataforma en la que también está el Perú, que busca que la vacuna sea de acceso a todos, y no preocuparnos por los países que se está peleando por esto.

¿El Perú podrá obtener una vacuna antes del primer trimestre del próximo año?

Yo espero que sea alrededor del primer trimestre del próximo año que obtengamos el primer lote de vacunas, que sería para beneficio del 10 a 20% de la población, sobre todo los que tienen más riesgo. Esa es la negociación que se está haciendo en esta plataforma que se llama Covax, a la que el Perú ha entrado. Ahora, los resultados de la vacuna en fase 2, con cientos de pacientes, aunque necesitamos resultados en miles de pacientes, lucen muy buenos. Es decir, la vacuna no solo te da inmunidad a través de anticuerpos, sino otro tipo de inmunidad que se llama: inmunidad celular.

¿Y cómo nos organizaríamos internamente para administrar la vacuna?

A ver, yo creo que la producción comenzaría en enero. No se tendrán billones, pero se puede trabajar con millones. Y la Organización Mundial de la Salud ya está trabajando en protocolos para administrarla, es como la vacuna de la influenza: primero vacunas a personas de edad, personal de salud, mujeres embarazadas, personas con diabetes, con hipertensión. Es lo que se tiene que hacer, es la gente que tiene más riesgo de morir.

En junio, al terminar la cuarentena, hizo diez recomendaciones en su cuenta de Twitter para mantener a raya los contagios. Su primera recomendación decía: “Si puede hacerlo, quédese en casa, y no permita visitas. Socialice por internet”. ¿En verdad las reuniones sociales son el nuevo foco de la infección? ¿Ya no lo son los mercados o el servicio de transporte?

El transporte público sigue siendo un foco. Los mercados, cuando hay aglomeraciones, también lo son. Lo que ha pasado es que se ha adicionado un foco: las reuniones familiares. Y yo lo decía, allí está la evidencia.

Socialice por internet, recomendaba usted.

Sí, pues. Y si piensan que no es lo mismo, vayan al parque, cada quien a dos metros, con mascarilla, y salúdense, con gestos. Lo que pasa es que los peruanos, además de querendones, queremos comer juntos. Y entonces se han dado las parrilladas, los almuerzos, donde para comer necesariamente te quitas la mascarilla y allí están los aerosoles que han generado contagios intrafamiliares. Y de esto sí hay data: gente de la misma familia, que vive en diferentes casas, que se contagiaron porque tuvieron una reunión: la del Día del Padre, la de 28 de julio, o la celebración de todos los cumpleaños. Ahora, también hay otra forma de contagio, la de los centros de trabajo. ¿Por qué se ha dado? La gente ha creído que si tenía resultados negativos en las pruebas rápidas y trabajaba con otra gente que había dado negativo en las pruebas rápidas no pasaba nada. Y nuevamente venía la falsa sensación de seguridad y la ruptura de las medidas de protección como la distancia física.

Usted dice que la gente se confío al obtener resultados negativos en las pruebas rápidas. ¿Este no ha sido un error inducido? Porque el que más ha usado las pruebas rápidas es el gobierno.

Pero los conceptos son distintos. Yo creo que hubo un error en la norma, en eso de pedir pruebas rápidas para entrar y salir del trabajo. Pero, además, las pruebas rápidas, como las pruebas moleculares, tienen su uso, su espacio y su aplicación. Ninguna de las pruebas ha sido fabricada para estar haciéndolas a personas que no tienen síntomas. ¿Y por qué empezamos a usarlas en el Perú? Porque no había insumos para pruebas moleculares. Llegamos tarde, no se pudieron comprar y además teníamos pocas capacidades. Pero, a ver, el uso de la prueba rápida o de la molecular como certificado de salud es un uso absolutamente erróneo. Porque las pruebas solo miden un instante, son como una foto, pero la enfermedad es una película.

¿El confinamiento de los domingos es suficiente para reducir el índice de contagios?

No lo sé. Te mentiría si te doy una respuesta. Creo que es un paso. Tengo sentimientos encontrados con esto.

¿Por qué?

Porque ya nos pasó que cerrando los domingos, la gente se volvía loca los sábados. Pero hemos progresado en el sentido de que ahora hay mercados en la calle, abiertos, que espero que funcionen. Pero, por otro lado, el domingo se había convertido en el día de visitar a la familia y de la fiesta, tanto así que los restaurantes decían que era el día que más vendían.

¿El rebrote, la segunda ola, era inevitable?

Lo que ha mostrado la experiencia en los países es que al abrir las actividades económicas de todas maneras sube el índice de casos. Y esta segunda ola es más grande y más terrible si no lograste completamente la primera.

Que es lo que nos ha pasado.

Sí, y eso no lo demuestra la experiencia de ahora sino la influenza de 1918. Yo diría que un rebrote era esperable pero no en la magnitud de lo que tenemos ahora.

¿Qué ha hecho mal el gobierno en estos cinco meses?

Son falencias que tenemos en el Estado y en el sector salud. Tuvimos una respuesta lenta para implementar la prueba molecular. La comisión que presido estuvo empujando desde el mes de abril para que se utilizara el apoyo que podían dar los laboratorios académicos que procesan y saben de pruebas moleculares, y que están en muchas regiones del país. Pero se creó un sistema burocrático que no lo permitió, y eso impidió hacer un mejor trabajo de cerco de los casos. Hubo demora en el tema de los bonos. No hubo un trabajo coordinado con los gobiernos locales. Pero sobre todo no hubo un buen plan de comunicación de riesgo.

Periodista formado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es editor y reportero del suplemento Domingo de La República. También ha publicado en el diario El Tiempo de Colombia y La Tercera de Chile. Fue reportero de la sección política de este diario. Tiene un blog sobre fantasía (cuervosobrepalas.wordpress.com) y otro en el que comenta su trabajo periodístico (cambiodetitulares.wordpress.com)