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Yanna contra el sistema

Se graduó en negocios internacionales en Francia. Regresó a su barrio de San Martín de Porres a rimar contra las injusticias. Brenda Carpio lanzó su primer videoclip: “MARCAPERÚ”, una arremetida contra los que dicen amar al Perú pero siguen choleando y negreando por lo bajo.

En su cuenta de Instagram, una foto, un guiño de su desenfado: Yanna está en posición de planchas, pero no está haciendo ejercicios, está moviendo el culo en pleno centro empresarial de San Isidro. Baila twerking, baile que consiste en mover las caderas y los muslos a velocidad de competencia, y que los puritanos considerarían prohibido. Estaba grabando un video con sus amigas de lo más feliz, hasta que un guachimán la “invitó” a retirarse porque “ese tipo de movimientos no se admitía en el distrito”, le dijo.

“No le estaba haciendo daño a nadie. Yo era la única persona negra del grupo. Yo era la que estaba incomodando”, dice la cantante mientras recuerda el episodio. “Me tocó tragarme la amargura. Ahora sigo moviendo el culo, pero lejos de gente racista”.

Brenda Carpio (25) tiene mucho que decir. MARCAPERÚ, el videoclip con el que debutó en el hip hop, es tan osado como su baile. Fue lanzando en redes sociales días antes que empezara la pandemia y en YouTube está a punto de alcanzar las 20 mil vistas. Resalta por rimas que le aguan la fiesta a los que creen que vivimos en el mejor de los países: Acá se defiende la patria y el lomo saltado / La jerarquía en el poder y el ceviche de pescado (…) En el extranjero, bien posicionados / Machu Picchu, las polleras, y el festejo afroperuano / Pero acá dentro, nos rechazamos/ Por negras, cholas, indios y serranos.

Brenda es del distrito de San Martín de Porres. Calle le sobra. Mundo también. Cuando terminó la secundaria se gestionó una beca y viajó a Francia a estudiar administración de negocios internacionales. En el fondo quería ser artista, pero nadie rechaza una beca de estudios en Europa con todo pagado. Así es que la tomó y se fue. Atrás quedaron, momentáneamente, el barrio de Condevilla y la gente fumando pasta en las esquinas. En París, Brenda dejó salir su verdadero yo. Ese que hoy se expresa en ella con tatuajes en cara, cuello y hombros, pelo afro en plenitud y estética de trapera.

Volvió hecha otra persona al Perú: Regresé más fuerte / más preparada / más indignada / más despierta / con herramientas. Dice la rima de una de las tantas canciones que graba en su habitación y sube a su cuenta de Instagram como buena millennial que es.

Yanna es una artista multidisplinaria. Es cantante, bailarina, poeta, influencer. Se mantiene con una tienda de venta de ropa de segunda mano. “Soy más tímida en privado. Sobretodo en grupo”, dice. Las redes sociales la han ayudado a expresarse. Ha formado una pequeña comunidad en la que encuentra respaldo: “Cuando volví de Francia me chocó mucho. Allá a la gente le importaba un comino como lucía. Acá se me quedan mirando o me señalan en los micros o algún taxista me grita ¡negraaa! Cuando empecé a hablar del racismo en mis redes y a cuestionarlo, no tuve buena respuesta al comienzo. La gente me decía que exageraba. Pero poco a poco me he hecho un lugar”.

Cuellos Blancos

Escribió MARCAPERÚ asqueada por los audios de la banda de jueces corruptos del Callao, los Cuellos Blancos del Puerto. Le indignó aquella conversación en la que César Hinostroza tranzaba la liberación de un violador. El coro es un reclamo a la inacción de las autoridades ante la violencia machista: En la tombería no se confía / a mí me cuidan mis amigas / no la policía. La segunda estrofa es una arremetida contra la Iglesia Católica, contra los bancos que “nos cobran hasta el aire”, contra la corrupción del sistema judicial.

Yana es una palabra quechua que significa negro, pero Brenda, que es pura creación, le hizo una modificación: “La escribo como mis palabras favoritas: cunnilingus y cannabis, con doble ‘n'”, añade. Ella, además, dice ‘cuerpa’ y ‘todes’ porque es inclusiva con todas las expresiones de la sexualidad. Pronto, escucharemos los sencillos de su nuevo EP: “Quiero reflejar mi proceso de crecimiento personal. Espero que esté listo pronto”. Aún no tiene mánager, ni lo necesita, ella controla el flow de su baile.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.