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Domingo

Solitarios en cuarentena

Un efecto dramático de la cuarentena impuesta a raíz del Covid-19 es la sensación de soledad y aislamiento que produce en muchas personas, incluso aquella que viven junto a sus familias. Pero, ¿qué pasa con quienes ya vivían permanentemente solos? ¿Sufren más o menos que el resto? Aquí dos reveladores testimonios.

Eduardo Ruiz García tenía sesenta y nueve años y vivía solo. Y murió, también solo, hace ya un mes. Fue el segundo fallecido por la pandemia en el Perú. Su cuerpo fue encontrado en el departamento donde hacía cuatro días no asomaba nadie, pues había pedido a sus pacientes y amigos no visitarlo.

La imagen puede parecer sobrecogedora: alguien muriendo en absoluta soledad. Sobre todo, si ya la idea del aislamiento, aún en familia o con la pareja, asusta. Y en el estado de cuarentena que estamos viviendo, hay miles de personas que enfrentan el aislamiento a solas, de la misma manera en la que vivían antes de esta pandemia.

Pero, contra lo que pudiera creerse, la gente que vive sola está mejor preparada para afrontar los inconvenientes de la cuarentena, sobre todo cuanto esa soledad ha sido elegida. El propio Ruiz García era un hombre que, desde la soledad en la que vivía, había impactado en la vida de mucha gente. Se mantenía activo y, según sus ex pacientes, centraba su vida en ayudar a mucha gente. Aunque nunca supo con certeza que moriría de coronavirus, sabía que era parte del segmento vulnerable al virus, por lo que se preocupó de proteger a los demás hasta el final.

“Las personas que han elegido vivir solas como una elección madura, se llevan mejor con esta cuarentena, dado que tienen ya una rutina que les permite satisfacer su necesidad de contacto con los demás a través de llamadas o de Facebook”, señala el psicólogo y director del Centro Gestáltico del Perú Alberto Sánchez, pero advierte que no ocurre lo mismo con las personas que viven solas porque no tuvieron opción.

“Ellas seguramente van a padecer mucho esta cuarentena, porque su contacto, ya de por si carenciado, se verá aún más mutilado. Es posible que aumente la tristeza por estar perdiendo lo poco que tenían, el enojo porque sienten que le arrebatan el poco contacto con personas, el miedo y la ansiedad que resultan de imaginar que esto podría no acabar nunca”.

Regina Alcóver, conocidísima actriz y conductora radial, es más bien de los primeros. Vive sola hace doce o trece años, por decisión propia. “Después de varios matrimonios, mejor me quedo conmigo, que es con quien me llevo bien”, bromea, y agrega: “Entonces, comprenderás que me hacen reír los que dicen: ‘¡Ay, la cuarentena, ¿qué voy a hacer?!’ Porque para mí no hay ninguna diferencia”.

¿Ha cambiado en algo su rutina con la cuarentena? “¡Nooo! El primer día (de cuarentena) me sentí bastante deprimida, básicamente porque soy muy autónoma. Entonces, pensé en poner una foto, en vez de video, y escribir lo que quería escribirle a la gente, en vez de decirlo. Y me miré al espejo y me dije: “¿Tú eres tonta o qué? ¿Cómo vas a influenciar en los demás si tú no estás contenta? No te lo va a creer nadie. ¡Dúchate, lávate la cabeza, péinate, arréglate, caramba!” Me guapeé bien feo, me periqueé y salí (al aire). Es que la actitud es lo único que te saca adelante”.

Alguien que ha vivido solo por más de tres décadas, desde la muerte de su padre, es el actor teatral Edgard Guillén, conocido por, entre otras cosas, haber hecho teatro en su propia casa durante años. Tampoco la cuarentena ha significado un gran cambio para este actor de 82 años. “Lo más gracioso es que soy dormilón –cuenta-, pero resulta que hace días desperté a las seis de la mañana, con la idea de hacer un libro, porque la noche anterior cogí un libro de cine de la pequeña biblioteca que tengo acá, y me dije: yo lo puedo hacer igual, con las fotos que tengo. Entonces, me has tenido subiendo fotos a un USB. Y estoy haciendo una mesa, que me está quedando muy bonita, porque me encanta la carpintería. Y, nada, la paso leyendo, pensando cosas. Se me va rápido el día, menos mal”.

Regina tampoco tiene problemas para llenar su tiempo: “Me levanto a las 5:30 de la mañana, a veces a las cinco, para ganar más tiempo. Tomo mi desayuno, hago mi oración de la filosofía de vida que yo tengo en mi altar, cuelgo ropa o saco ropa de la lavadora. O sea, la rutina de cualquier persona en su casa. Veo los temas que tengo que hacer con mi productor, nos comunicamos por chat. Me hago mi comida, que no sé qué me voy a preparar hoy día, a lo mejor una tortilla de papas y, cuando es fin de semana, veo mi Instagram. Me encanta leer y ver tutoriales. Yo estoy en constante aprendizaje. Yo no puedo parar. Y es bueno estar preparado para los cambios también. Por eso la gente no entiende por qué estoy tan contenta”.

Lo que cuentan nuestros entrevistados le da la razón al psicólogo Alberto Sánchez, quien señala que “las personas que viven solas por elección seguramente que tienen en su rutina una serie de actividades que les permiten gestionarse bien con la soledad. En todo caso lo que les puede afectar es el no poder salir a realizar sus actividades (solitarias)”.

Pero el especialista advierte que, aún en las personas solitarias, el contacto con un otro es necesario, por lo que en algún punto van a ser tocados por el aislamiento de la cuarentena. “Lo que uno puede hacer es mantener el contacto con los demás a través del celular. Y, además, es importante preguntarse a uno mismo: ¿Qué necesito para poder transitar esto que hoy me toca vivir? Las respuestas pueden ser muchas. Por ejemplo: tener un poco más de contacto por el celular porque me siento vulnerable, realizar alguna actividad física de descarga de enojo, trabajar con mis manos creando algo como una forma de centrarme en el aquí y ahora o desarrollar una nueva mirada sobre la vida”, recomienda a los que están solos atravesando este extendido período de soledad.

Pero, ¿podemos los seres humanos prescindir de contacto con los otros? El psicoterapeuta Alejandro Vélez, Decano del Colegio de Psicólogos del Perú Región Lima, señala: “Somos mamíferos y los mamíferos necesitamos compañía, pero ello va a depender de cómo somos e incluso hasta a qué nos dedicamos. Por ejemplo, un biólogo botánico investigador, se adentra al estudio de las plantas semanas a veces hasta meses y se siente muy bien así. O, de otro lado, un vendedor, que necesita estar en contacto permanente. Lo cierto es que los seres humanos somos como una ‘batería biológica’ necesitamos recarga sí o sí. El lapso de esta recarga va a depender de muchas cosas: mi personalidad, mis costumbres familiares y en dónde me haya relacionado”.

En suma, la soledad, esa que mucha gente está sintiendo porque no puede ver a sus seres queridos o a sus amigos, no tiene que ver con la ausencia de gente alrededor de uno. La conexión con la humanidad es más que el abrazo físico. Y nuestros entrevistados son una prueba de ello.

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.