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Domingo

El derecho al placer

Las personas con discapacidad también tienen necesidades eróticas y afectivas. El Gobierno francés ha puesto sobre la mesa esta verdad incómoda y propone legalizar el oficio de asistentes sexuales.

El presidente Emmanuel Macron se pronunció sobre la asistencia sexual en la Conferencia Nacional sobre Discapacidad.
El presidente Emmanuel Macron se pronunció sobre la asistencia sexual en la Conferencia Nacional sobre Discapacidad.

Son vistos como protagonistas de grandes historias de valentía y autosuperación, o como seres vulnerables a los que el sistema debe proteger. La idea que nos hacemos de las personas con discapacidad oscila entre esos dos estereotipos. Pocas veces se les considera como sujetos con necesidades sexuales como cualquiera. Hombres y mujeres que requieren caricias y mimos, que tienen erecciones, que son capaces de sentir orgasmos y que necesitan arrancarse el rótulo de ‘seres asexuados’.

Consciente de esta realidad, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha resucitado un tema que los franceses creían olvidado: el derecho al placer de las perso- nas con diversidad funcional y la legalización del oficio de asistentes sexuales que los guíen en el reencuentro con su erotismo. “No se les puede condenar a vivir en abstinencia no elegida”, dijo la secretaria de Estado para Personas con Discapacidad, Sophie Cluzel, quien llevó la propuesta de Macron ante el Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE) –un ente independiente que emite una opinión, ante la Asamblea Nacional, cuando se presentan dilemas morales– y que en 2013 se pronunció en contra al considerar ese tipo de servicio como un uso “mercantil” de los cuerpos.

En declaraciones a la prensa, la funcionaria enfatizó que la sociedad francesa ya ha madurado", y que “ejercer una ciudadanía plena implica que el Estado garantice el derecho a una vida íntima, emocional y sexual”. Y aunque Francia se precie de ser una sociedad progresista, hay grupos que han levantado las cejas y han dicho que no, como el Consejo para la Igualdad entre Hombres y Mujeres, que piensa que la propuesta “es una suerte de legalización de la prostitución”.

Contra el tabú

El oficio de acompañante erótico para discapacitados existe en Francia desde hace años. La Asociación para la Promoción del Apoyo Sexual (APPAS por sus siglas en francés), por ejemplo, capacita a los interesados en ejercer esta labor. Durante un año les imparten cursos que cuestan entre 400 y 600 euros, en los que aprenden una serie de conocimientos sobre los tipos de discapacidad –si es motora o intelectual, porque no es lo mismo acompañar a una persona con parálisis cerebral que a una que sufrió un trauma después de un accidente–, también se vuelven diestros en retirar y poner sondas, en reconocer las zonas erógenas del cuerpo, en dar masajes sensoriales. La asistencia requiere de una formación profesional.

No la puede realizar cualquiera. APPAS ha formado a más de 80 acompañantes y una veintena ejerce en la actualidad la actividad que tiene como misión “dar apoyo sexual y sensual a las personas con limitaciones motoras e intelectuales que sufren de aislamiento emocional y sexual”. Y no solo acompañan a los solitarios, también asisten a parejas de discapacitados durante el acto sexual. Lo hacen al margen de la ley, pues el oficio es considerado un tipo de prostitución en Francia, de ahí que el gobierno busque legalizarlo. Macron ha tomado el ejemplo de otros países europeos, como Suiza, que ha regulado de forma oficial la figura del asistente erótico e incluso el Estado estableció un número de prestaciones mensuales permitidas. Dinamarca, por su parte, a pesar de la oposición de muchos sectores de la sociedad civil, destina recursos públicos a la salud sexual de los discapacitados.

En un mundo hipersexualizado, ellos son, nuevamente, los grandes excluidos, los que están prohibidos de satisfacer sus deseos. Es lo que piensan las asociaciones que defienden la propuesta de Macron. El debate en Francia ha puesto esta verdad incómoda sobre la mesa.

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