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La seducción del poder

Promesas de protección, solvencia económica, estatus social y amor incondicional, estar al lado de un poderoso o poderosa seduce, embriaga y aturde. Varios psiconalistas exploran en un atavismo: la creencia de que la única forma de progresar es viviendo cerca al poder o bajo la sombra de “alguien importante”.

Cuatro mujeres mayores de 30 años, solteras, profesionales e independientes, que pagan sus propias cuentas, escriben vía chat sus impresiones en torno a una pregunta: ¿Qué hay de cierto en que un hombre con poder resulta más atractivo? Estas fueron sus respuestas:

"R": Al ser la amiga de..., novia de..., esposa de..., gozas también del respeto, consideración o pleitesía que rodea al hombre que tiene poder [...] Desde niña te repiten que no debes tener como pareja a un don nadie, involucrarte con un hombre de poder se considera un logro, aunque se trate de un éxito ajeno.

"M": El poder no lo hace atractivo, pero sí lo hace imponente, puedo encontrar estabilidad económica y social.

"A": El poder es sinónimo de problemas, exposición pública, más posibilidades de que sea infiel o que casi nunca esté contigo, prefiero mantenerme al margen de todo eso.

"P": Honestamente, solo el poder del conocimiento hace a un hombre atractivo. Estar mirando a tipos solo por la plata o el poder político sería no creer que puedo lograr cosas por mí misma.

Este sondeo fugaz se hizo con mujeres porque históricamente los hombres han acaparado los puestos de poder -en la política, el mundo empresarial y hasta la religión-, y a las mujeres nos han hecho creer que solo viviendo bajo la sombra de su influencia podríamos alcanzar grandes beneficios.

Como el que alcanzó, por ejemplo, Jacqueline Beltrán, la exsecretaria del Servicio Nacional de Inteligencia a quien su jefe y amante -el que fuera el segundo hombre más poderoso del Perú después de Alberto Fujimori, y hoy reo de la Base Naval del Callao- Vladimiro Montesinos, le construyó con dinero público una casa de playa en un terreno de 2,300 metros cuadrados al sur de Lima.

Ejemplos de parejas de personajes públicos que aparentemente se formaron sobre el andamiaje del costo-beneficio hay muchos, aquí y en el mundo. Por esta razón consultamos a cuatro expertos para que nos expliquen qué mecanismos activa el poder en quienes lo poseen y en quienes son seducidos por él, como si oyeran cantos de sirena, sin ser conscientes de que podrían estar cayendo en una trampa.

Bajo la sombra del poder

En su best seller Sapiens. De animales a dioses (2014), el historiador Yuval Noah Harari describe una postal muy interesante sobre la vida de los humanos que habitaron el África oriental hace dos millones de años: “En una excursión pudiéramos haber encontrado grupos de humanos arcaicos que amaban, jugaban, formaban amistades íntimas y competían por el rango social y el poder”. Estaban ocupados, en suma, haciendo lo mismo que el común de homo sapiens hace hoy: competir por estar en la cima de la pirámide social.

Para la psicoanalista y magíster en Salud Mental, Matilde Caplansky, el poder ha estado tan presente en la historia de la humanidad como lo estuvo el fuego, nos organizamos como sociedad alrededor de él: “El poder es intrínseco a la especie humana, sino seguiríamos siendo una horda. Es una forma que hemos encontrado para organizarnos. Las jerarquías han existido desde siempre: macho alfa que traída comida, hembra que cuidaba bebé y fuego; ha habido líderes y organización del mínimo al máximo nivel. El poder es una dimensión de lo humano, el problema viene cuando se ‘hipertrofia’ [crece de forma exagerada]”. El poder se distribuye a todo nivel, desde el director de una escuela rural hasta el presidente de la República, pero la forma en que es ejercido marcará la diferencia. En un extremo estará el líder que piensa en el bienestar del colectivo y en el otro, el poderoso que utiliza su condición para sacar provecho propio como, por ejemplo, seducir a sus subordinadas.

“Pero, ojo, también hay mujeres con poder, solo que si son impositivas y autoritarias ’espantarán’ a los hombres, cosa que no pasa con sus pares varones. De ellos las mujeres sí esperan que sean dominantes”, apunta el psiconalista Jorge Bruce. Pero, ¿qué empuja a que, en tiempos de promoción del empoderamiento femenino, haya mujeres a las que aún les seduce la idea de ‘atrapar’ a un hombre influyente para sentirse halagadas, importantes y solventes?

“La academia lo llama ‘el poder vicario’- agrega Bruce- que es la sensación de empodera- miento que te da el estar cerca del poderoso o poderosa. En la cultura tradicional machista han sido las mujeres las que han necesitado de los poderosos para sentirse importantes, aunque eso poco a poco está cambiando. Tenemos el ejemplo de Nadine Heredia. Cualquiera que se acercaba y hablaba con ella creía que había ganado ciertas influencias”.

Caer en la trampa

Pero en la promesa de sentirse protegida y considerada por el poderoso habría una trampa, subraya la psicoterapeuta feminista Mabel Loaiza: "Las personas con poder complacen a la otra parte haciendo realidad sus caprichos (joyas, dinero, fama, trabajo, lo que fuere) Ese poder crea en la víctima la sensación de seguridad, protección, cuidado y capacidad adquisitiva.

Pero lo que resultará será una relación asimétrica donde habrá alguien que domina y un sumiso o sumisa. El lado oscuro de estas relaciones es que se mantienen por miedo, el poderoso hará sentir a la víctima que, si lo deja, lo perderá todo y que hasta corre peligro porque no podrá valerse por sí misma".

La vida de la mujer ha dejado de tener cómo único fin la reproducción, somos parte de la fuerza laboral, pagamos nuestras propias cuentas, y hasta podemos ser madres sin necesidad de un hombre gracias a los bancos de semen; sin embargo, parece que aún persiste la idea de encontrar al ‘macho proveedor’ de nuestras vidas.

“Sí, los cambios de mentalidad son muy lentos, hay hábitos muy arraigados y la mejor forma de cambiarlos no es prohibirlos sino plantear mejores opciones”, menciona el sociólogo y psicoanalista en formación Guillermo Nugent, “la idea no es hacer cargamontón a las mujeres que tienen este esquema en la cabeza sino hacerles saber que tienen múltiples opciones para sobresalir y que está usan- do la más antigua que es la idea de ser la mujer protegida”.

Si bien ser la novia de... puede otorgar ciertos placeres momentáneos, Matilde Caplansky recuerda que el poder tiene fecha de caducidad: “El poderío que Montesinos ostentaba se derrumbó cuando salió a la luz el primer ‘vladivideo’, y Jacqui tuvo que pasar una temporada en la cárcel”. No queremos plantear un final con moraleja, pero sí con un mensaje esperanzador de la psicoanalista: “Hay que conservar cierto romanticismo, el enamoramiento puede ser una locura transitoria de una belleza y satisfacción enorme para los seres humanos”. Que el fuego del poder no nos termine chamuscando.

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