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El ´zorro´ del desierto

El comandante iraní Qasem Soleimani, abatido por un dron estadounidense, construyó su trayectoria en el campo de batalla. Dirigió combates a gran escala en Siria, Líbano, Yemen e Irak. Para Washington, se trataba de un peligroso terrorista.

Qasem Soleimani. Le decían el "James Bond" de Medio Oriente.
Qasem Soleimani. Le decían el "James Bond" de Medio Oriente.

Escribe: Alejandro Tapia Tomado de La Tercera

Lo han calificado como el James Bond de Medio Oriente y también como una versión moderna de Erwin Rommel, “El Zorro del Desierto” nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. En el relato sobre la vida y la muerte de Qasem Soleimani, el general iraní abatido por un dron estadounidense en el terminal de carga del aeropuerto de Bagdad, se mezcla el mito y la leyenda con la realidad. Sigiloso, de muy pocas palabras pero con un fuerte carisma, durante las últimas dos décadas Soleimani dirigió prácticamente todas las operaciones encubiertas de Irán en las guerras de Líbano, Siria, Irak y Yemen. De hecho, el organismo que dirigía, la Fuerza Quds, ha sido descrita como una mezcla entre la CIA y las fuerzas especiales estadounidenses.

Cuando triunfó la Revolución Islámica en Irán, en 1979, Qasem Soleimani tenía apenas 22 años. Hijo de un campesino pobre que recibió un terreno durante el mando del sha Mohammad Reza Pahlevi –aliado de Washington y derrocado por la revolución que convirtió a Irán en una teocracia–, este general de 62 años era visto con dos prismas absolutamente opuestos: como un poderoso terrorista por EE.UU. e Israel; y como un “héroe” de guerra en Irán y parte de Medio Oriente.

Soleimani construyó su carrera en el campo de batalla. Cuando Saddam Hussein invadió Irán, en setiembre de 1980, aprovechando el caos provocado por la reciente irrupción de los ayatolas, el joven Soleimani se enlistó en la Guardia Revolucionaria, cuyo propósito es defender al régimen. En un comienzo, Soleimani fue enviado al frente para suministrar agua a los soldados. Pero con el correr de los años fue adquiriendo más responsabilidades y el régimen lo premió con una brigada a su cargo. En ese momento aún no cumplía 30 años.

Con licencia para matar

Una década más tarde, en 1998, fue designado como el jefe de la Fuerza Quds, que depende de la Guardia Revolucionaria. Desde esa posición, el general comenzó a relacionarse directamente con la guerrilla libanesa de Hezbolá, en las acciones armadas contra Israel en el conflicto en Líbano.

“Relativamente desconocido en Irán hasta 2003, cuando Estados Unidos invadió Irak, la popularidad y misticismo de Soleimani aumentaron después de que funcionarios estadounidenses pidieran que fuera asesinado. Quince años después, Soleimani se había convertido en el comandante más reconocido de Irán”, señaló The Associated Press.

En 2013, la revista The New Yorker reveló que cuando Irán acudió en defensa del régimen de Basher Assad en Siria, fue Soleimani quien dirigió todas esas acciones armadas. Así, por ejemplo, fue idea del comandante iraní recuperar la estratégica localidad de Quseir, cerca de la frontera con Líbano. Para aquello no solo reunió a la Fuerza Quds, sino que también a unos dos mil guerrilleros de Hezbolá y a milicianos chiitas iraquíes. Las fuerzas dirigidas por el general iraní lograron expulsar a los rebeldes sirios de Quseir y eso permitió abrir un corredor entre Líbano y el oeste de Siria.

Pero antes de esto, “Soleimani fue instrumental en la lucha contra los talibanes en Afganistán. Tras un ataque en el país, en el que murieron varios iraníes en 1998, en lugar de apostar por la intervención directa, optó por incrementar el apoyo a la Alianza Norte que combatía a los talibanes e incluso llegó a dirigir las operaciones del grupo desde una base del otro lado de la frontera en Tayikistán”, recordó Europa Press. Y cuando surgió el Estado Islámico entre 2014 y 2017 en Siria e Irak, se dio la paradoja de que, mientras Estados Unidos bombardeaba posiciones de ese grupo terrorista desde el aire, las fuerzas comandadas por Soleimani hacían lo propio desde tierra.

Según The New Yorker, “Soleimani orquestó ataques en lugares tan lejanos como Tailandia, Nueva Delhi, Lagos y Nairobi”. De esta manera, se transformó en el principal arquitecto de la intervención iraní fuera de sus fronteras, incluida Yemen, uno de sus últimos campos de batalla.

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