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Domingo

De violadores y rabietas

"No me gusta, pero tampoco me molesta que quienes quieran expresarse de esa manera lo hagan en libertad. Al final, no dañan a nadie y algunos adeptos conseguirán”.

Maritza Espinoza
Maritza Espinoza

Antes que nada, debo decir que no me gusta nadita ese happening de “El violador eres tú”, que nació en Chile, pero que tanto éxito está teniendo por el mundo. En general, las exhibiciones de partes íntimas o los mensajes demasiado crudos suelen resultar contraproducentes. Me explico: si quieres mandar un mensaje que convenza a la gente que no piensa como tú (a los otros no necesitas convencerlos), debes tener en cuenta que, normalmente, el cerebro se cierra cuando algo le resulta muy agresivo. Es un asunto comprobado por la psiquiatría.

Para dar un ejemplo diferente: en las primeras marchas provida, los activistas antiaborto solían andar con pancartas que mostraban fotos de bebés destrozados. Por supuesto, nadie les hacía el menor caso, porque el mensaje resultaba tan chocante que la gente prefería mirar hacia otro lado. Fue allí cuando a alguien se le ocurrió poner en las pancartas caritas de bebés recién nacidos o bellos fetitos unidos a la placenta materna y, ¡voilá!, ahora cada marcha provida congrega a un millón de personas. ¿Capisci?

Por eso decía que no me gustaba la propuesta creada por las chicas del colectivo Las Tesis, de Valparaíso, que pretende englobar al Estado neoliberal (el violador de derechos) y al machismo atávico (el hombre violador) en el mismo saco. La generalización suena excesiva, pero responde a una postura política válida y que conjuga con las ideas de un sector del feminismo más extremo, que no comparto. No me gusta, pero tampoco me molesta que quienes quieran expresarse de esa manera lo hagan en libertad. Al final, no dañan a nadie y algunos adeptos conseguirán, que de eso trata la libertad.

Lo que resulta gracioso −al principio, pero sumamente irritante luego− es que tantos hombres se den por ofendidos por una arenga, repito, poco creativa (seamos francos, no creo que esos desganados versos hayan requerido de mucho talento poético) que los cuestiona alegóricamente. Muchos reaccionan como si les mentaran la madre y se largan con insultos desmesurados contra las marchantes, como ese cura de la Coruña que las llamó “manada de cerdas” y luego tuvo que disculparse. ¿Por qué tanta suspicacia si el que no la debe no la teme, como decía cierto fenecido presidente que resultó que la debía, y mucho?

Esos mismos hombres ofendidos en su “dignidad masculina” jamás se han incomodado por letras de otras canciones que los dejan por las patas de los caballos. ¿Ejemplos? Aquella que cantaba Paquita la del Barrio y que, entre otras “lisonjas”, acusaba al macho de “rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho, infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, alimaña, culebra ponzoñosa, deshecho de la vida”. ¿El título? “Rata de dos patas”.

O aquella balada añeja que los describía así: “Es un gran necio, un estúpido engreído (…) un payaso vanidoso (…) falso, enano, rencoroso…” O esta otra, más reciente: "Canalla, no quiero verte canalla (…) No ensucies el aire, no manches mi vida (…) Y ya saben: lo que no sirve, ¡a la basura!".

Claro, la diferencia con el sonsonete feminista es que estas canciones son himnos de despecho, los patéticos reclamos de una mujer cuyo eje de vida es, finalmente, el hombre al que insulta. Es decir, la expresión más pura del androcentrismo patriarcal. ¿Cómo van a sentirse ofendidos los destinatarios de esa retahíla de injurias si los deja como winners, castigadores, machos machotes?

En cambio, “El violador eres tú” les arde. Y no por el insulto. Lo que les arde es que unas mujeres se expresen políticamente con sus cuerpos, tan suyos que pueden ser usados como pancartas ideológicas, letreros vivientes o lo que les venga en gana. Es su derecho, pero ese derecho altera a ciertos machos que sienten que todo cuerpo femenino es su territorio: un territorio que pueden violar, invadir, usar o abandonar, pero no ver a lo lejos, ignorándolo sexualmente y sin pizca de erotismo. ¡Terrible ofensa!

Son los mismos machos que odian a Greta Thunberg por su activismo beligerante (una investigación en España demostró que la insultaban el doble de hombres que mujeres), como si la adolescente no tuviera derecho a tener una postura política. Y no me vengan con el cuento de que, porque es joven, está manipulada por todas las fuerzas del mal, porque la vulnerabilidad a la manipulación no depende de la edad.

Conozco adolescentes con una independencia de criterio que ya quisieran algunos de los críticos de la Thunberg para un día de fiesta, y cincuentones manipulados cual mantequilla por maquinarias políticas o religiosas de todos los extremos. Y juraría que muchos de estos están ahorita, como monitos, gritando injurias contra las chicas de “El violador eres tú”.

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.