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Un filósofo contra la era digital

La hipercomunicación y el exhibicionismo digital son algunos de los males actuales que el surcoreano Byung-Chul Han desactiva en libros importantes, como La sociedad del cansancio y La expulsión de lo distinto.

El filósofo cuenta que no usa smartphone y solo escucha música analógica.
El filósofo cuenta que no usa smartphone y solo escucha música analógica.

Escribe: Alejandro Jofré Tomado de La Tercera

Después de estudiar metalurgia en Seúl, Byung-Chul Han (1959) mintió a sus padres para irse hasta Alemania a aprender literatura sin siquiera dominar el idioma. Había otro inconveniente: “Leía demasiado despacio entonces”, contó en una entrevista, “me pasé a la filosofía”. Según el último gran crítico cultural formado en Alemania, “para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día”.

En 1994, el hombre que estudió las prácticas del capitalismo chino en su libro Shanzhai: el arte de la falsificación y la deconstrucción en China, se doctoró en la Universidad de Munich con una tesis sobre Martin Heidegger, uno de los autores que permean sus textos donde conecta una amplia tradición de pensamiento (Kant, Freud y Agamben, entre otros) con algunos males actuales.

Su diagnóstico es que el hombre contemporáneo ha perdido la capacidad de oír. “Lo que hace difícil escuchar es sobre todo la creciente focalización en el ego, el progresivo narcisismo de la sociedad”, escribe en La expulsión de lo distinto.

Luego sigue: “En la comunicación analógica tenemos, por lo general, un destinatario concreto, un interlocutor personal. La comunicación digital, por el contrario, propicia una comunicación expansiva y despersonalizada, que no precisa interlocutor, mirada ni voz”.

Como ejemplo pone a los mensajes que enviamos por Twitter: “No van dirigidos a una persona concreta. No se refieren a nadie en concreto. Los medios sociales no fomentan forzosamente la cultura de la discusión. A menudo los manejan las pasiones. Las shitstorms o los ‘linchamientos digitales’ constituyen una avalancha descontrolada de pasiones que no configura ninguna esfera pública”.

De Internet, Han sugiere que solo obtenemos información, “y para ello no tengo que dirigirme a ningún interlocutor (…), no tengo que desplazarme al espacio público. Más bien, hago que la información y los productos vengan a mí”.

En La expulsión de lo distinto, el filósofo advierte: “La comunicación digital me interconecta y al mismo tiempo me aísla. Destruye la distancia, pero la falta de distancia no genera ninguna cercanía personal”.

Luego concluye: “Hoy, Internet no es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado. Ningún anuncio escucha”.

Sociedad del cansancio

En La agonía de Eros, otro de sus libros, Han explica que en la actual sociedad del espectáculo domina la importancia del parecer. “Ser ya no es importante -escribe- si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”, resume.

Según Byung-Chul Han, si en la era digital ya no sufrimos amenazas externas, como alguna vez lo fueron el lobo, las enfermedades propagadas por ratas o los ataques virales: hoy -asegura-, “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”.

Con una sintaxis concreta y una escritura que elogia el aforismo, el filósofo que apenas concede entrevistas denuncia que, en el neoliberalismo, uno se explota a sí mismo hasta el colapso.

Por eso, dijo entrevistado por El País de España, “la sociedad del cansancio, como sociedad del rendimiento, no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica es la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”.

Han piensa que hoy cada cual es un “emprendedor de sí mismo” y busca “optimizarse”. Con esa estrategia del poder, “que ya no tortura sino que fomenta el posteo”, ganan el Estado y el mercado.

Como mostró algún capítulo improbable de la serie distópica ‘Black Mirror’, advierte que cada ciudadano es un paquete de datos controlable. Además, la transparencia de la red acelera la emoción, y la emoción acelera el consumo. Ese ritmo enfermizo, asegura, “disuelve la negatividad y elimina lo otro o lo ajeno”.

En su libro La sociedad del cansancio, Han describe cómo hemos mutado hacia una sociedad “positiva” sedienta de los “me gusta”, anulando así cualquier indicio de negatividad.

El año pasado Byung-Chul Han compartió una fórmula propia de resistencia política. Según contó en España, no usa smartphone, escucha solo música analógica -en la charla dijo que tiene dos pianos y un wurlitzer- y no hace turismo, “el turista viaja por el infierno del igual, circula como si fueran mercancías”, aseveró.

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