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No más amores perros

Hay más de 1 millón de perros sin hogar en el país. Deambulan en las calles, hurgan en la basura y contraen enfermedades que, luego, transmiten a los humanos, entre ellas la mortal rabia. Un proyecto de ley propone resolver el problema desde la raíz: esterilizándolos.

A Ruby la encontraron en febrero en la playa de Ventanilla. Un donjuán de cuatro patas la había preñado y ahora ella estaba allí, abandonada en la arena, flaquísima, amamantando a nueve cachorros recién nacidos, rodeados todos por unos cada vez más insolentes gallinazos.

Los serenos del distrito la llevaron a la veterinaria municipal. Allí les curaron la sarna, la desnutrición y los parásitos. La familia recuperó las fuerzas. Mientras que los cachorros fueron dados en adopción, ella permaneció en la clínica, a la espera del adoptante adecuado.

Los veterinarios nunca supieron si alguna vez Ruby tuvo dueño. Lo que sí creían es que si los serenos no los hubieran encontrado, el futuro de esos pequeños probablemente habría sido la calle. La dura calle.

En un distrito como Ventanilla, de 300 asentamientos humanos, pobreza, cerros y arenales, la calle significa pasar hambre, pasar frío, hurgar en la basura, defecar en donde sea, contraer sarna, ácaros, garrapatas, parásitos, infecciones.

Por supuesto, también significa tener una veterinaria municipal donde los animalitos enfermos pueden ser curados. Pero la suerte de Ruby no la tienen la mayoría de los canes sin hogar del distrito.

La Coalición por los Animales del Perú (COLPA) calcula que en el Perú hay 1.1 millones de perros sin hogar (y 1 millón de gatos en la misma situación, aproximadamente).

Asimismo, calcula que hay 4.7 millones de perros que, aunque tienen dueño, pasan todo el día fuera de sus viviendas, por lo que están en contacto diario con los riesgos de la calle.

Son unos 5.8 millones de animales deambulando todos los días en los barrios de este país. A su libre albedrío. Contrayendo enfermedades. Participando en peleas. Siendo víctimas de agresiones. Y, sobre todo, reproduciéndose sin control.

En un país en el que enfermedades como la rabia no han sido totalmente erradicadas –en particular, en el sur–, la sobrepoblación de perros –y gatos – es un problema de salud pública.

Al menos eso es lo que sostienen los congresistas Alberto de Belaunde y Marisa Glave, quienes, recogiendo una iniciativa de las organizaciones protectoras de animales, acaban de presentar un proyecto de ley que busca atacar el problema desde la raíz: esterilizando a los perros en situación de calle.


No solo vacunar

–Necesitamos una política pública que se ocupe de este tema– dice De Belaunde. –Hablamos del bienestar no solo de los propios animales, sino de las consecuencias que puede tener en la salud de las personas.

La rabia canina sigue siendo un problema en el sur. En Arequipa rebrotó hace cuatro años y en Puno las autoridades llevan intentando librarse de ella más de dos décadas. Según la Dirección de Prevención y Control de Metaxénicas y Zoonosis del Ministerio de Salud (Minsa), en lo que va del año se han registrado 25 casos en Arequipa, seis en Cusco y 11 en Puno.

La principal estrategia del Estado para combatirla son las campañas nacionales de vacunación o VanCan, la última de las cuales se desarrolló el 24 y 25 de agosto en Lima, Cusco y Huánuco y que continuará a lo largo de setiembre en otras regiones.

Sin embargo, para los autores del proyecto de ley, la vacunación no ataca uno de los vectores claves en la propagación de la rabia y otras enfermedades zoonóticas: la sobrepoblación.

Tampoco lo hace la estrategia adoptada por muchos municipios del interior del país: el sacrificio de canes. Los congresistas citan estudios, como el de Castillo-Neira (2016) y el de Taylor (2017). Según estos autores, las matanzas de animales no combaten el problema del constante ingreso de nuevos animales, muchos cachorros, más susceptibles de contagiarse.

La mejor estrategia para reducir la sobrepoblación es la esterilización, dicen los legisladores. Se demostró en otros países, como Argentina.

Comenzó en el municipio de Almirante Brown, cerca de Buenos Aires, a mediados de los noventa y con los años, ante el éxito de la estrategia, se replicó en otras regiones, como Tierra del Fuego y Mendoza. Las viejas perreras donde se sacrificaba a los canes fueron reemplazadas por centros de zoonosis en los que se aplicaba esterilizaciones masivas, tempranas y gratuitas. En 2008 esta política se comenzó a aplicar en Buenos Aires.

En el Perú, el sacrificio de canes continúa practicándose en algunas regiones del interior, como señala Heidi Paiva, directora de Proyecto Libertad, una de las organizaciones que promovió la iniciativa legislativa.

–Nos llegan muchas denuncias de Arequipa, de Juliaca, de Puno. Las autoridades capturan a los animales supuestamente para descartar la rabia y luego los matan. No es eutanasia, es un sacrificio súper cruel– dice.


Educación y sanciones

El proyecto de ley plantea que el Minsa incorpore la esterilización de perros y gatos callejeros como la principal estrategia para reducir la sobrepoblación y, en consecuencia, prevenir las enfermedades zoonóticas.

Le preguntamos a José Luis Bustamante, coordinador nacional de Zoonosis del Minsa, cuál era la opinión de su institución sobre esta propuesta.

–Nos parece interesante– dijo. –Pero si solo pensamos en la esterilización, no le vemos mucho resultado. Creemos que debe verse de manera integral.

Bustamante observó que ya hay normas, como la Ley de Régimen Jurídico de Canes y la Ley de Protección y Bienestar Animal, que establecen obliga ciones para los tenedores de mascotas que ayudarían a combatir la propagación de enfermedades zoonóticas, pero que, sencillamente, no se cumplen.

¿Qué vamos a ganar con hacer la esterilización si la persona va a dejar, luego, a su animal en la calle? Y no lo vacuna. Igual se va a contaminar– dice.

En ese sentido, el vocero del Minsa cree que el proyecto de ley debería poner más énfasis en medidas que fuercen a los tenedores de perros y gatos a actuar con responsabilidad: vacunándolos, esterilizándolos y no abandonándolos a su suerte.

Bustamante cita el ejemplo de Holanda, un país cuyas autoridades lograron que los ciudadanos se hicieran responsables de sus animales de compañía y que se convirtió en el primero del mundo sin perros callejeros.

Lo hicieron con cuatro estrategias: 1) jornadas de esterilización masiva y castración obligatoria, 2) estableciendo leyes contra el abandono animal, con penas de hasta tres años de cárcel, 3) fijando impuestos altos a la venta de animales de raza y 4) realizando campañas de concientización para que los ciudadanos cuidaran de los animales desamparados.

El ejemplo holandés es el modelo a seguir, pero, como indican tanto autoridades como protectores de animales, el camino es largo y complejo.

Y, como indica Alberto de Belaunde, hay una situación inmediata que atender.

–Recordemos que el principal foco de la ley es la situación de los perros y gatos callejeros, que no tienen dueño, y que son un problema hoy– dice.

El problema es de salud pública pero, también, de humanidad. Más perros en las calles son más perros enfermos, más perros peleando por hembras o por territorios, más perras preñadas, más cachorros a su suerte, más perros envenenados, más perros capturados por los agentes municipales, más perros encerrados 30 días sin que nadie los reclame, más perros sacrificados con métodos que les causan dolor, más animales dañados, menos humanidad.

Reportero. Comunicador social por la UNMSM. Especializado en conservación, cambio climático y desarrollo sostenible. Antes en IDL Reporteros y Perú.21. Premio Periodismo Sustentable 2016. Premio Especial Cáritas del Perú. Finalista del Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación 2011.