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Alfredo Torres: “La gente no cree que haya ninguna razón para vacar a Vizcarra”

Analista político. Presidente Ejecutivo de Ipsos Perú. Presidente de Ipsos Public Affairs para América Latina. Autor de Perfil del Elector y Opinión Pública 1921-2021.

Alfredo Torres
Alfredo Torres

Como las encuestas indican que la población exige el cierre del Congreso mientras, por otro lado, rechaza la vacancia presidencial, cierto sector de la derecha ha decidido matar al mensajero y ha iniciado una campaña en redes para desacreditar a las encuestadoras. Alfredo Torres, presidente de Ipsos Perú, una de las más atacadas, explica en esta entrevista por qué es difícil fraguar uno de estos sondeos y analiza la relación del presidente Vizcarra con sus cifras de popularidad.

En abril, me dijiste que la luna de miel de Vizcarra con la población ya acababa. Luego subió y volvió a bajar. Ahora ha vuelto a subir. ¿Por qué este subibaja de la popularidad presidencial?

Creo que él ha encontrado que, en vista de su extrema debilidad política en el Congreso, la única arma con que cuenta es el apoyo popular. Entonces, ha estado tomando medidas o propuestas -caso referéndum y, ahora, adelanto de elecciones- que justamente concitan ese apoyo.

¿Entonces es cierto eso de que es un presidente que gobierna para las encuestas?

La crítica más específica sería que es un líder populista, en el sentido de que busca el apoyo popular y lo pone en contra de una minoría política que no lo deja gobernar. Algo de eso hay, sin la menor duda. Pero, por otro lado, no le quedaban alternativas. Si él trataba de entenderse con el Congreso, como hizo al comienzo, y no encontraba ese respaldo, su futuro tal vez era parecido al que tuvo PPK.

Pero al Congreso parecen importarle poco las encuestas: ignoran el adelanto de elecciones y hasta amenazan con la vacancia…

Es que no tienen incentivos para seguir a la opinión pública: no pueden ir a la reelección, los partidos están debilitados. Algunos partidos están apoyando y son los que tienen alguna opción, como Acción popular o la izquierda, pero la mayoría ya sabe que la ciudadanía no los quiere y no ganan nada con el adelanto de elecciones.

Vizcarra, con Las Bambas, bajó en las encuestas, pero Tía María parece no afectarle. ¿Se está generando un efecto teflón?

El tema de Tía María afectó a un sector de la opinión pública más informado y al ala empresarial, pero para la mayor parte de la ciudadanía, que no sigue los temas en detalle, pesa más la actitud enérgica que tiene frente al Congreso y a los políticos tradicionales.

¿O sea que esos sectores no lo ven como un presidente débil que cede a la presión de las protestas sociales o, más aún, lo ven bien?

Hay un sector que lo ve bien en el sur del Perú. Lo que ocurre con este tipo de protestas es que sí influyen en la opinión pública. Es decir, cuando una situación está tranquila, la mayor parte de la gente apoya la inversión minera, pero cuando empiezan a haber protestas, un sector dice: “bueno, si hay protestas, algún motivo habrá”. No profundizan en los detalles, pero eso hace que justifiquen la medida de la suspensión (del contrato), que es la que ha tomado Vizcarra.

Se está volviendo a agitar el tema Chinchero con miras a la vacancia. ¿Eso sí podría afectarlo?

Él se ha defendido bastante bien. La mayor parte de la gente no cree que haya razón para vacarlo por ese caso, pero sí puede servir al Congreso como pretexto, porque, finalmente, la vacancia en nuestro Congreso es solo un tema de votos.

Y si ocurre la vacancia, ¿qué panorama vendría?

Se complica bastante. Ir a la vacancia es casi el equivalente a que el presidente cierre el congreso, como hizo Fujimori el 92. Esos extremos ya se salen de los parámetros democráticos, en el sentido de que la vacancia sería percibida como algo artificial, forzada, por ser solo producto de una votación, y eso generaría rechazo y movilización social. Es decir, complicaría la viabilidad política del gobierno que surja de esa vacancia.

De darse la vacancia y asumir Mercedes Aráoz, ¿agitaría más las aguas o las calmaría?

No veo cómo podría calmarlas. Sería percibido como un triunfo del fujimorismo y ella, como alguien que estaría colaborando con esa opción. Se vería, además, como una maniobra para encubrir la corrupción, lo que generaría mayor movilización ciudadana. Mercedes Aráoz puede ser muy respetable, pero sería un gobierno extremadamente débil. Lo único que podría salvarlo es si ella ingresa y dice: “okey, voy a convocar adelanto de elecciones”. Eso neutralizaría ese defecto.

¿El fujimorismo no podría realmente cogobernar o, por lo menos, no obstruir un gobierno de Aráoz sin que ella sea su títere?

Lo que ocurriría es que tratarían de imponer su agenda en los temas conservadores y tratarían de apoyar algunos temas en el campo económico. Pero, más allá de eso, el espacio que le darían de gobernabilidad, a juzgar por las experiencias previas (Kuczynski, Vizcarra), sería muy corto. A los muy pocos meses estarían pasando a la oposición, a la censura de un ministro o a criticar su gobierno.

Si adelantan las elecciones, ¿a quiénes convendría y a quién no?

Si empezamos por el lado de la izquierda, a Antauro no le convendría, porque sigue en prisión e incluso es discutible si podría ser candidato el 2021. A Verónika Mendoza se le complica un poco más, porque no tiene partido, pero estoy seguro que lo conseguiría, porque tiene un peso político importante.

¿Y Fuerza Popular?

Sin duda está lista para competir. En todas las encuestas tiene un núcleo duro importante que le permitiría tener un buen resultado con Keiko detenida o con Keiko en libertad, aunque Keiko podría optar por tener a otra persona candidata a la presidencia e ir ella a la vicepresidencia y al Congreso…

Lo que le convendría mucho…

Exacto. Y eso podría abrir un poco el electorado de Fuerza Popular que hoy es importante, pero tiene dificultad para crecer más allá de su público natural. En el centro, pues, hay una amplia gama...

Está Guzmán, por ejemplo.

Es el que está mejor preparado. Y claramente está esperando estas elecciones hace rato. Acción Popular es un partido importante, porque no está vinculado con Lava Jato y porque ganó en Lima y otros lados, pero tiene dificultad para escoger candidato que logre respaldo popular. Alianza para el Progreso también podría participar sin dificultad y tener buena performance, no ganadora, pero con presencia para el Congreso.

¿Y los perdedores?

Uno es el Apra. La vez pasada, con Alan García, apenas logró pasar la valla. Creo que estaría fuera. Entonces, es lógico que Mulder sea el principal abanderado de la vacancia, porque significaría un año menos en la política, una jubilación temprana.

George Forsyth empezó a generar entusiasmo y de hecho se mantiene como el rostro más popular, aunque los porcentajes sean bajos. ¿Tiene opción?

Creo que sí. Probablemente él no tenía esto en el radar hace un año, pero, en el Perú, la política está llena de sorpresas y precipitaciones. Estoy seguro de que alguna gente le estará convenciendo de que es su oportunidad, pero no sabemos hasta dónde vaya a aceptar estos cantos de sirena. Para ser presidente uno debería tener no solo experiencia, sino un equipo para tener una oferta razonable. No es una buena idea quemar etapas.

Por último, Pedro Olaechea, un derechista que le ha salido al frente a Vizcarra, pareciera que está jugando a ser un presidenciable. ¿Podría ser el rostro que la ultraderecha está buscando?

Claro. Él es un rostro mucho más amable y preparado que otros rostros de la derecha dura. Es una persona de ideas conservadoras que se ha vinculado mucho a los grupos religiosos que son hoy día un sector político importante…

Y al que el fujimorismo no le hace ascos…

El fujimorismo los tiene como principales aliados. Entonces, sí es una posibilidad. En un momento se pensó que podría ser una posibilidad alternativa, pero ahora podemos pensar que podría producirse una alianza entre este sector conservador y los fujimoristas. Así que, sí, creo que es un nuevo actor político en escena.

De otro lado, hay una campaña para desprestigiar a las encuestas. ¿Qué tan fácil o difícil es fraguar una encuesta?

En primer lugar, no existe, pues, un monopolio de las encuestas. Hay muchas empresas, instituciones, ONGs que pueden hacerlas. Si uno duda de Ipsos, puede mirar a Datum, a IEP, a CPI o, si no, puede buscar una encuestadora diferente y encargarle una. Como hemos visto, por ejemplo, en el tema del adelanto de elecciones, las cuatro encuestadoras hemos tenido resultados muy similares. Esa es la evidencia de que esa es la realidad, nos guste o no. Lo que a veces indigna es que creen que los que hacemos las encuestas ponemos los resultados que salen, pero nosotros muchas veces no estamos de acuerdo. Por ejemplo, en temas de unión civil, la mayoría está en contra y yo estoy a favor, pero no puedo hacer más que publicarlo.

Pero las sospechas se lanzan cuando se trata del gobierno. ¿Es posible, técnicamente, fraguar cifras como insinúan algunos?

En el caso de las encuestas políticas, las muestras son robustas, 1200 a nivel nacional -en Estados Unidos son 1000, siendo más ciudadanos-, se hacen con tablets que trasmiten online. O sea, la técnica es ahora mucho más sofisticada y el riesgo de mentir es mínimo. Por supuesto, uno podría inventar cifras y dárselas al periódico para que las publique con todo descaro, pero ahí viene el tema de la competencia: si yo invento una cifra, a la semana siguiente va a salir otra encuestadora con cifras muy diferentes y eso nos pondría en evidencia.

En ese sentido, están de moda las encuestas de Twitter y hasta Rafael Rey mostró una diciendo que desmentía a las formales. ¿Tienen algún valor estadístico?

Son un juego y son absolutamente engañosas. Para empezar, la mayor parte de la gente no está en Twitter. En segundo lugar, los que contestan son solo los seguidores de la persona que convoca la encuesta. Por eso el resultado es tremendamente sesgado.

Finalmente, tras tu salida de El Comercio, ¿cuál es tu futuro como columnista?

La salida me sorprendió, porque uno esperaría que un columnista sea retirado si tiene baja lectoría, injuria, es desleal con el medio o escribe mal. Yo no tenía ninguna de esas condiciones y por eso a mucha gente le ha sorprendido que me quitaran la columna e incluso algunos hablan de censura. Yo no llego a ese extremo, pero evidentemente es una decisión difícil de entender. Se dijo que la persona que hace encuestas no podía orientar la línea editorial del diario, pero yo no estaba dirigiendo la línea editorial del diario, tenía mi columna de opinión que muchas veces era discrepante. No sé qué ocurrirá más adelante. Supongo que encontraré un espacio para seguir dando mis opiniones, pero no tengo nada previsto en este momento. 

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.