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Rimani, nueva visión del Cusco

Williams Mamani Remachi es un joven artista plástico que ha sabido respetar la herencia de la escuela cusqueña de pintura, sin dejar su afición por la bicicleta y la fotografía.

Diego Quispe Tito fue algo así como el Martín Chambi de la escuela cusqueña de pintura. Será por eso que la antigua escuela de bellas artes qosqoruna lleva su nombre. Y ahora que fue elevada a la categoría de Universidad Nacional Diego Quispe Tito del Cusco, sus egresados deben presentar una tesis de grado con todas las de la ley, con el agregado de que cargan con toda la herencia de esos pintores y escultores que desde el siglo XVI ocupan un lugar muy especial en la historia del arte peruano .

Y fue precisamente el tema de su tesis lo que tenía preocupado a Williams Mamani Remachi, un joven artista que firma con el seudónimo de Rimani.

"Siempre me impresionó el Corpus Christi, pero lo que me marcó fue una fotografía de Martín Chambi de 1927 en la que se ve a un grupo de niños cargando la mesa de descanso de uno de los santos que salen en procesión durante el Corpus", recuerda el artista mientras recorremos su estudio situado en Villa San Blas, un barrio alto de la ciudad de Cusco, vecino a Sacsayhuamán. Desde su ventana se tiene una espectacular vista de la plaza mayor cusqueña, las torres de sus iglesias y toda la urbe que rodea al aeropuerto.

"Todos los años, niños y jóvenes de diferentes lugares de Cusco se organizan el día central de Corpus Christi para llevar en hombros la mesa de descanso de su santo parroquial. Ellos forman parte de la tradición católica, demostrando su fe, aunque muchos critican su participación en estas fiestas, pero esta es una tradición de muchos años atrás" sostiene el artista.

El artista recuerda que alguna vez un alcalde propuso abolir la tradición de las mesas de descanso en el Corpus, con el argumento de que esos niños eran unos “pandilleros pendencieros”. Rimani no sabía cómo canalizar su indignación y fue entonces que asistió a misa y escuchó el sermón de un cura que criticaba la propuesta del alcalde.

"Ahí me decidí", nos dice, convencido de que esa tradición que inspiró a Chambi también podía servir como su tesis de grado. "Como dijo mi maestro, Richard Peralta, decidí tomar la imagen de Chambi como referente para mi pintura y para reinterpretarla, para ponerla nuevamente en los ojos del espectador", sostiene.

Fue así como su exposición pictórica de grado fue titulada “Ruta de Fe, Corpus Christi”, y tuvo como escenario la galería del Museo del Banco de la Nación, en la céntrica calle Almagro, de Cusco.

Sus lienzos usan técnicas mixtas: óleos sobre lienzos (algunos son dípticos o trípticos), con agregados de grabados en pan de plata y de bronce, incluyendo los bordados propios de la imaginería cusqueña. La mayoría de sus cuadros tienen como marco esos grandes cirios elaborados en Cusco y una técnica tradicional de uso de espejos, como el de los altares del Señor de Tettecaca. En ellos se ven los juegos y malabares que realizan los niños que cargan las mesas de descanso durante la procesión del Corpus Christi y un retrato del santo o la virgen respectiva.

Si bien “Ruta de Fe” fue su primera individual, desde el 2011 Rimani ya había participado en varias exposiciones colectivas.

Además de los óleos, Rimani se luce como acuarelista. Sus temas son los paisajes naturales y urbanos del Cusco, amparados en otra de sus pasiones: la fotografía.

Sus obras se exponen todos los años en la feria navideña del Santurantikuy, en la plaza mayor de Cusco, pero no tiene una tienda-taller donde exponer y vender de forma permanente sus obras. Si de influencias se trata, reconoce la de su maestro Richard Peralta Jiménez, cuya obra se puede ver en la iglesia de San Domingo o en exclusivos restaurantes cusqueños.

Un elemento que Rimani ha incorporado a su temática es su afición por la bicicleta de montaña. Y Cusco es una buena escuela. “Me muevo por toda la ciudad en bicicleta -revela-, pero lo mejor es participar en las carreras que se realizan en las rutas del Valle Sagrado de los Incas y en Quillabamba. Es una cuota de adrenalina que puede ser inspiradora”, bromea, mientras posa para el lente con su casco y su bicicleta.

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