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Domingo

Gloria Montenegro: “El presidente tiene mi renuncia desde que acepté el ministerio”

Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Congresista de la República.

Gloria Montenegro
Gloria Montenegro

Por: Maritza Espinoza

Una foto en la que se veía a los mandos militares luciendo mandiles rosados como parte de la campaña contra la violencia hacia la mujer desató esta semana una crisis política y puso a la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, al borde mismo de la interpelación. Ella –que ha seguido ataviando de rosa a políticos, periodistas y personalidades de todo cuño- defiende aquí los objetivos de su campaña aunque, por si las moscas, prefiere ya no seguir armando tanto revuelvo.

¿Se esperaba el revuelo que ha causado el mandil rosa?

Ya he pasado varios revuelos en mi vida política y en mi vida ejecutiva también. Por ejemplo, he sido de las pocas mujeres que estuvieron en las finanzas, cuando todavía no entraban al sistema financiero. Y recuerdo que desde que entré dije: no quiero chofer, ¡yo manejo mi carro sola! Y les quitaron a todos los carros y casi me matan a mí (risas). Recuerdo también cuando entramos a la alcaldía de Trujillo, después de 40 años en manos del Apra, y se metían a nuestros consejos, con sus banderolas, con botellas rotas… Por eso digo que si no rompemos paradigmas, si no dejamos nuestro status quo, si no salimos de nuestras zonas de confort, esto no cambia….

¿Pero esperaba que el país se polarizara sobre algo como un mandil rosado?

Sí. Por eso, lo que siempre hago es difundir las estadísticas. Más de 600 denuncias por violencia (contra la mujer), no tienen nombre. Tenemos 74 feminicidios a la fecha, pero lo más grave es que tenemos 350 intervenciones que hubiesen sido feminicidios si los centros de emergencia mujer no hubiesen actuado de manera inmediata.

¿Por qué piensa usted que se ha producido esta polarización en torno a un mandil rosado?

Puede ser el mandil, puede ser el rosado, pero nadie se da cuenta del mensaje central: “hombres por la igualdad. Nada justifica la violencia hacia la mujer”. Y yo me pregunto: ¿por qué nadie habla del mensaje?

Su colega congresista Carlos Tubino ha dicho que usted debería renunciar por haber puesto en ridículo a las fuerzas armadas…

El presidente tiene mi renuncia desde que acepté el ministerio. Él puede decirme hoy día “Gloria, muchas gracias”, y yo le diré: “muchas gracias por haberme permitido estar cien días en el ministerio”. Y cuando me llamen al Congreso, voy a ir con todo lo actuado día a día. Iré a demostrarles que están hablando de algo que me parece inaudito: piensan que es una campaña publicitaria. ¡Qué mal! No tienen la menor noción de lo que implica trabajar en el desarrollo humano.

Sus detractores tienen un punto y es que, por reglamento, no se le debe poner nada encima, ningún aditamento ni adorno, al uniforme militar.

Nadie le ha puesto un aditamento ni un adorno. Está en el programa bien detallado. Y permíteme un segundo para felicitar al general Manuel Gómez, no solamente en su calidad humana, sino su mensaje para oficiales, suboficiales, soldados: ustedes van a ser promotores de una cultura de paz y que, así como en la emergencia del fenómeno del Niño hemos estado 24 horas, nuestra mente tiene que estar 24 horas en que no haya violencia, en que nadie le pegue a una mujer. En ese contexto, todas nuestras ceremonias terminan, como acto simbólico, con ponernos el mandil. Entonces, se lo pusieron y luego se lo sacaron.

Hay quienes dicen que esta es una muestra de sumisión de las Fuerzas Armadas al Poder Ejecutivo. ¿No dudaron al ponerse el mandil?

No hubo ninguna duda. Y no, porque está en el programa. (El mandil) lo ha usado la policía, lo ha usado el presidente de la República, mis alcaldes distritales y provinciales, los gobernadores. Porque implica romper ese paradigma de que el hombre no ayuda a la mujer.

¿Y cómo maneja eso en el hogar? ¿No ha sido víctima de la doble carga laboral femenina?

Yo he tenido mucha suerte y le agradezco a mi mamá y a mi papá, que siempre me han ayudado. Y, obviamente, tengo un solo hijo, porque trabajo desde muy jovencita...

¿Y su esposo le entra al mandil rosado?

No hay otra forma, qué va. A mi esposo le encanta cocinar. Hace de todo. Además, yo no sería lo que soy si no es por él. Y lo mejor de todo es que, con todas estas noticias, yo llego muy preocupada y tiene la habilidad de calmarme. Ahora ha entrado a una política más dura, porque, cuando llego tarde del ministerio, en la puerta, me incauta los celulares y me los entrega al siguiente día a las seis de la mañana.

¿Usted es una militante feminista?

Yo sí soy feminista. Esa feminista que quiere igualdad de derechos, que no quiere que nos peguen, que quiere que nos escuchen, que quiere que vean que tengo capacidad para hacer lo que ellos hacen. Por otro lado, soy esa feminista que no me gusta ver a la mujer “ay, pobrecita, mira cómo le pegan…”. No. Soy esa feminista que dice “ven acá. Borra de tu mente lo malo y piensa en lo bueno. Y hagamos un nuevo proyecto de vida”.

¿Es de las feministas que piensan que un piropo callejero es acoso?

No, en ese sentido he sido muy empoderada. Mi papá, el día que entré en política, me dijo: “¿Quieres que te apoye? Te voy a apoyar. Pero quiero que sepas que lo más suave que te van a decir es prostituta”. Entonces, he entrado preparada para que me digan lo que te acabo de decir, o para que me digan ‘linda’, o para los chicos escolares a veces digan ‘tá buena esa tía’. [Risas] Yo me acerco y converso con ellos y digo: “¿Qué te pasa? ¿Por qué me dices tía?” ¡Voy y los sigo! Y reclamo. Soy de ese tipo de personas que no está para la queja. Estoy para la solución.

Se dice que el 80% de mujeres peruanas ha sido víctima de violencia de género. Usted, ¿en algún momento lo ha sido?

No, pero sí he sentido violencia política, violencia en los trabajos. He tenido eso de que la mujer no puede, no sabe, fuera de aquí, pero, en el hogar, papá, mis abuelos han sido los más lindos, más nobles. Mi abuela, de Huánuco, es Felipa Cardich. Ella, a lomo de mula, ha alfabetizado mujeres. Por eso, cuando entro a la política, mi primer proyecto era “cero analfabetismo en la mujer”. Y sigo con ese sueño.

¿Ha sido víctima de acoso sexual o ha estado excepcionalmente libre de este problema?

Yo creo que todas las mujeres hemos sido víctimas, pero todo depende de que dejes de ser víctima tú en ese momento. Creo que esas cosas te van dando experiencia, fortaleciéndote y dándote más entereza para cuando estás en un lugar de estos, donde ya tienes que decidir. Es más, la primera vez que subí por el ascensor acá, la primera reacción que hubo de una señora fue: “usted va a ver el tema de violencia, ¿no? Comience por casa”. Entonces la llamé y me contó un par de casos que se solucionaron acá, en el ministerio, ese mismo día y otros, en el transcurso de la semana.

El Ministerio de la Mujer, junto con Educación y Salud, es el blanco de los sectores conservadores y de quienes cuestionan lo que llaman “ideología de género”. ¿Cómo piensa manejar esa confrontación permanente?

La manejamos. Nosotros recibimos a blancos, azules, rojos, extremos rojos y extremos azules… Todos han venido, los hemos escuchado, respeto muchísimo las opiniones, pero les digo que no pueden salir de acá sin reconocer que la educación sexual integral para nuestros hijos no es solamente urgente, sino prioritaria y necesaria.

Como la mujer empoderada que dice ser, ¿no piensa en una Gloria Montenegro de candidata presidencial?

Déjame contestarte con algo que para mí es fundamental: mira lo que dicen nuestros principios del partido: “Perú, tierra de gente con valor que ama y lucha con heroico tesón. No más olvido, indiferencia”. ¿Qué hacer para eso? La transformación desde las bases.

Pero no me responde: ¿le tienta la presidencia?

No me tienta ninguna presidencia ni me tienta ningún ministerio ni me tentó ser congresista. O sea, en este recorrido, las cosas se fueron dando. Y en algún momento dije: “qué tarde he entrado a la política”. Tuve la suerte de ser brigadier general de mi colegio. Fui brigadier del colegio nacional Nuestra Señora del Rosario, en Chiclayo, y también fui de la policía escolar. Entonces, ahí he puesto en riesgo y en peligro a mis profesoras, a las directoras y al colegio justamente por romper paradigmas. No pienso que el cargo, la categoría o las aspiraciones políticas determinen tu personalidad política.

¿Ser la primera presidente mujer de este país no sería el corolario de su trayectoria?

Yo tengo como 10 mujeres que me encantaría que fueran candidatas a la presidencia y no me preguntes nombres, por favor, porque si no se me resienten las restantes. Pero de que hay posibilidades, las hay. De que las hay en todos los partidos, las hay. Bienvenidos todos los partidos políticos que puedan, desde estas bases, generar un cambio nacional para que un Perú del 2021 al 2050 sea desarrollado. Pero no quiero ese desarrollo que nace solamente del crecimiento económico, sino ese desarrollo que parte del desarrollo humano, de nuestra identidad nacional, pero, sobre todo, de generar ciudadanía.

Junto con el premier, usted ha sido probablemente la ministra más atacada por el apro-fujimorismo. ¿A qué lo atribuye?

Yo creo que ellos siempre me van a atacar porque, por ejemplo, mientras fui regidora… Daniel Salaverry fue regidor conmigo. Nos llevamos muy bien, pero él sabe de mi trabajo. No porque sea amiga voy a dejar de decir cosas que son evidentes. Por lo tanto, yo he tenido un período muy cauteloso, de no opinar de ninguno de mis colegas por ningún motivo, pero cuando yo he visto cosas como la que pasó con el Ministro de Educación (Jaime Saavedra), cosas que le pasaron a la señora (Marilú) Martens, cosas que vemos ahora, cómo tratan en las comisiones, o cómo cubren a don Hinostroza. Si tú ves el cambio de mi estilo, ya fue pararme y decir: “¿Vas a hablar de honestidad tú, que despachaste en el SIN? ¿Tú vas a hablar de corrupción, cuando hemos tenido caso 1, caso 2, caso 3, caso 4 dentro el Apra? ¿Y tú vas a hablar de trabajo cuando nunca llegas temprano?”

¿Vale la pena ser confrontacional con el apro-fujimorismo?

Vale la pena decirles la verdad, porque ellos mienten tanto, tanto, tanto que hay gente que puede terminar dudando. Entonces, ese dicho de que “miente, miente, miente y algo queda” es para ellos su modus vivendi. No hay que dejarse. De la misma manera que, cuando he sido regidora, no he permitido injusticias.

¿Se reafirmaría en aquello de “yo cerraría este Congreso” o ya no?

Eso fue anecdótico y también causó mucho revuelo. ¿Sabes? Después del mandil, ya no causemos ningún otro revuelo, por favor (risas).

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