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Bengoechea, el uruguayo que llegó para ser campeón y se marchó como un hincha más

Llegó en 2016 y prometió campeonar a como dé lugar. Y cumplió su palabra. Llevó a Alianza a jugar dos finales más y clasificar a la Copa Libertadores tres años seguidos. Pero no fue suficiente. Quería más pero ya no podía seguir. Se sentía cansado, incómodo y triste. Y así se fue.

En noviembre de 2016, llegó al barrio de Matute el “aprendiz” de Sergio Markarian. Aquel que, según los conocedores del fútbol, iba a hacer sus “pininos” en un grande del Perú como lo es Alianza Lima. Y, fuera de hablar sobre el estilo pícaro e histórico del club, dijo que llegó para ser campeón.

“Apuntamos a ser campeones. Es nuestro mayor deseo. Tenemos que ir por ese camino y vamos a hacer el mayor esfuerzo para que la temporada sea feliz”, expresó en su primera conferencia de prensa. Tres años más tarde, Pablo Bengoechea reveló no sentir las mismas fuerzas que antes, que su mensaje no había calado en los futbolistas, que no se sentía cómodo. Acabado, triste y melancólico, abandonó las instalaciones de Alianza Lima con un título y dos subcampeonatos bajo el brazo.

Pablo Bengoechea llegó en noviembre de 2016 para dirigir a Alianza Lima. Foto: Difusión

Pablo Bengoechea llegó en noviembre de 2016 para dirigir a Alianza Lima. Foto: Difusión

Cuando la prensa se dedicó a criticar el estilo de juego, Pablo Bengoechea salió a decir “esto es fútbol”. Cuando los entendidos decían que los futbolistas estaban en un pésimo nivel y que no jugaban a nada, el uruguayo los defendió diciendo “el burro soy yo. Ellos hacen todo bien”.

Cuando ganaba partidos imposibles, ya sea por “suerte” o “milagro”, como quieran llamarlo, nunca se adjudicó el triunfo y decía “la victoria es de los jugadores. Ellos tienen que celebrar”. Así, mientras daban vueltas olímpicas, saltaban eufóricos, gritaban y bailaban. Él seguía detrás de ellos, sonriendo serenamente.

En 2017 jugó 46 partidos a nivel local y ganó 26. Salió campeón. Con un estilo criticado pero con jugadores que mataron por él. Salió campeón. Si bien el 2018 fue un año mucho más difícil, debido a la desgastante Copa Libertadores, ganó 22 encuentros de 55 jugados (en torneo local) y accedió a la finales, donde cayó ante un Sporting Cristal que había arrasado con todos.

A finales del 2018 tuvo que partir, pese al dolor de los hinchas. Tenía problemas familiares que atender y muchos entendieron. Pero volvió. Volvió para una pequeña revancha con el club que le dio pocas herramientas y supo sacar jugo de ello. Y por poco, casi toca la gloria. Por un gol.

Sin embargo, algo había cambiado en él. Ya no era el mismo Pablo Bengoechea que dejó Matute allá por 2018. Era uno diferente. Uno que contestaba sin temor. Decían que sacarle un titular al entrenador de Alianza era difícil, sin embargo, se desató y empezó a disparar. Contra todo y contra todos.

Llegó el 2020 y con la misma ilusión de siempre, pero con un Bengoechea cambiado. Uno que hasta su más fiel seguidor no podía reconocer. Esa terquedad en usar un sistema que no le daba resultados, lo iba hundiendo más. Bajo sus hombros cargó con la indisciplina de algunos jugadores, aquellos a los que él defendió diciendo “las fiestas son divertidas”, sin importarle que le hagan memes o burlas. Estuvo ahí para él.

En 2018 y 2019, Pablo Bengoechea sumó dos subcampeonatos. Foto: Difusión

En 2018 y 2019, Pablo Bengoechea sumó dos subcampeonatos. Foto: Difusión

Pero ellos no lo estuvieron cuando más los necesitaba. La situación entre Alianza Lima y Pablo Bengoechea no daba más y él lo sabía. Y no quería irse mostrando una cara negativa, por eso se hizo expulsar para no brindar la conferencia y hacerlo al día siguiente con más tranquilidad. Ahí, reveló que no daba más.

Y ese día llegó. El día de la despedida entre Pablo Bengoechea y Alianza Lima. El entrenador que devolvió al club a competir de manera local y ser vistos de manera internacional, tres veces seguidas. Se va sin fuerzas, incómodo y molesto. Pero se va ganador. Sabiendo que dio todo por el club y que, lamentablemente, le pagaron mal.

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