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Cultural

El vuelo final de Martina Portocarrero

Homenaje. La reconocida intérprete de la canción ayacuchana “Flor de retama” falleció el sábado pasado. Su vida la dedicó al canto no sin reclamar justicia por los desposeídos.

Cantante folclórica falleció victima de cáncer de pulmón en una clínica de Suiza. Foto: La República
Cantante folclórica falleció victima de cáncer de pulmón en una clínica de Suiza. Foto: La República

En los años 80, no era el viento que agitaba las retamas, sino la voz rebelde, explosiva de Martina Portocarrero, la artista nasqueña que acaba de morir en una clínica, en Suiza, víctima de un cáncer. Su voz, sublevante, sobre todo cuando interpretaba ese huayno épico que es ‘Flor de retama’. Será recordada no solo por su voz, sino también porque con ella protestó contra las injusticias.

Martina Portocarrero, que era una mujer valiente, guerrera, luchaba con un cáncer pulmonar. El mal, como son los enemigos, traicioneros, se le presentó de improviso.

“Es complicado. Estoy delicada, estoy bien delicada, han estado investigando, dando el origen. Soy una persona que come bien, no toma, no fuma, no toma cosas heladas, nunca me enfermé. Es bastante sorpresivo que me agarre un cáncer bastante invasivo”, declaró en una entrevista.

Semana atrás corrió la noticia de su deceso, pero era falsa. La verdadera, la que enluta a la canción andina, ocurrió en la madrugada del sábado, en la clínica Lausana, en Suiza, lejos de los Andes, donde las retamas, como ella cantaba, seguirán “amarillito, amarillando”.

Retama de Nasca

Muchos han creído que como Martina Portocarrero cantaba huaynos, sobre todo de compositores ayacuchanos, había nacido en Ayacucho. Pero no, Leonila Martina Portocarrero Ramos, como es su nombre completo, nació en Nasca el 29 de setiembre de 1949.

No era ayacuchana, pero estaba muy ligada a esa región, por la zona sur. Ella misma ha contado que cuando era muy niña, la mitad de año vivía en Nasca y la otra mitad en Utec Pampa, Puquio, el mismo pueblo donde corrió su infancia huérfana José María Arguedas. Su padre allí tenía una tienda.

Su familia era de músicos y cantores empíricos. Su abuelo había sido organista en una iglesia. Entre sus hermanos, había quienes cantaban valses, rancheras, tangos, pero ella optó por las canciones andinas.

Cantó desde niña, en las ceremonias de sus colegios. Ella recordaba que su primer premio lo ganó en un concurso interescolar de canto, en Nasca. Tenía 12 años de edad.

Martina Portocarrero no solo fue intérprete de nuestro folclore. Si bien ella tenía un talento natural para cantar, también se dedicó a estudiar. En los años 70, ingresó al Conservatorio Nacional en Lima. Después a la Escuela Nacional de Arte Dramático, siempre remando hacia el arte.

Pero también quiso ser maestra. Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero se graduó en Suiza, ciudad a la que migró en 1986, cuando en el Perú vivía la vorágine de la violencia subversiva.

Concierto

Sublevante. En concierto, en los años 80. Foto: difusión

Asumió nuestro folclore. Y lo hizo desde adentro. Además de vivirlo, se dedicó a investigar los diferentes géneros, los mismos que ella interpretaba, sobre todo los huaynos y mulizas.

Otra faceta suya, poco difundida o, en todo caso, muy poco reconocida, es la de compositora. Aseguran que ha escrito cerca de cien canciones. Como muestra, solo citaremos ‘Carita de manzana’, dedicada a las niñas de los Andes y ‘Mamacha de las Mercedes’, una canción sobre Jovaldo, el poeta muerto en la prisión, en el pabellón de los subversivos, en los años 80. Años en los que la artista se alineaba en una postura, políticamente, radical.

Como intérprete, ha grabado cinco discos. ‘Canto a la vida’, en 1982; ‘Martina en vivo’, en 1987; ‘Maíz’, en 1993; ‘El canto de las palomas’, el 2001, y ‘Carita de manzana’, el 2012.

La ruta de su voz

Si bien Martina Portocarrero decía que desde siempre se recordaba cantando, públicamente se inició en el conjunto de canción latinoamericana Tiempo Nuevo, del que fue cofundadora. Pero se retiró. Ella consideraba que el género que se creó en Chile, sin dejar de ser bueno, era un híbrido. Quería, como declaró en Radio Nacional, una música de protesta que cuando se escuche se reconozca como música y canto peruano. Por eso dejó Tiempo Nuevo y se fue a los Andes. Es así que interpretó, entre otras canciones, ‘Flor de retama’, de Ricardo Dolorier, y ‘El hombre’, de Ranulfo Fuentes. Canciones de protesta con sabor a huayno peruano.

La canción ‘Flor de retama’ está inspirada en hechos de 1970, cuando el gobierno de Juan Velasco Alvarado puso condiciones para la gratuidad de la enseñanza. Los estudiantes se levantaron en la plaza de Huanta, Ayacucho, y les envió a los sinchis para reprimirlos. Los estudiantes fueron muertos entre las retamas, “amarillito, amarillando”. Desde entonces, muchos la han interpretado, pero nadie con la fuerza, la rabia y la épica de la voz de Martina Portocarrero. La canción se convirtió en un himno contra la represión y las injusticias.

Sus convicciones la llevaron a participar activamente en política, como candidata a la alcaldía de Lima, al Congreso e incluso a la presidencia de la República. Pero por lo que se la recordará será por su canto y su reclamo de justicia. Como ella dijo en Radio Nacional, “el canto eleva el alma, cultiva espíritus y concentra conciencias para defender la vida, para defender la naturaleza”.

Martina Portocarrero ha partido. Su voz seguirá agitando retamas, “amarillito, amarillando”.

Política

Política. Participó como candidata. Foto: difusión

“Artista del canto popular contestatario”

Manuelcha Prado

Martina Portocarrero es una de las mejores intérpretes del canto andino tradicional, pero también del canto popular contestatario, que surgió en las últimas décadas, sobre todo los años 80 y 90. Ella, una privilegiada por su calidad vocal, interpretó temas emblemáticos de autores importantes también. Hay que citar el caso, por ejemplo, de ‘Flor de retama’, de Ricardo Dolorier; ‘El hombre’, del maestro Ranulfo Fuentes; ‘Maíz’, del gran Carlos Huamán. Pero también, hay que decirlo, ella incursionó en la composición. Es una de las cosas que hay que rescatar en estos momentos. Ella es cantautora también, y escribió temas como ‘Carita de manzana’, ‘Mamacha de las Mercedes’, entre otros, donde puso adhesión, sentimientos y creatividad. Nos deja ese legado. Nosotros estamos de luto, muy compungidos. Así es la vida.

“Reflejó la coyuntura en que vivía”

Margot Palomino

Al margen de las coincidencias y discrepancias que uno pueda tener como persona –hay que verla en su totalidad, también–, nadie puede mezquinar, realmente, nadie puede negar el gran aporte que hizo en la gran mayoría de jóvenes con su trabajo de artista, como cantante. Particularmente, yo doy testimonio de cuánto me impactó, enormemente, escuchar canciones como ‘Flor de retama’ y ‘El hombre’ en su espléndida voz, y luego otras canciones que reflejaban la coyuntura y momentos que se vivían. Ese solo aporte es muy significativo para reconocer su valía como persona, como parte de una sociedad, comprometida con su momento histórico. Yo creo que eso es lo que habría que relevar en Martina, más allá de las discrepancias, porque mucha gente le enrostraba su veleidad en la cuestión política.

Nació en Acarí, Arequipa. Estudió Literatura Hispánica en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú). Egresado y bachiller en Literatura. Ha publicado artículos y reportajes en diarios y revistas nacionales y extranjeras. Sus textos literarios han sido incluidos en la “Antología de la Poesía Arequipeña”, de Jorge Cornejo Polar y en la muestra de poesía de Perú y Colombia “En tierras del cóndor”, de los colombianos Juan Manuel Roca y Jaidith Soto. Ha publicado el poemario Manuscrito del viento y libro de perfiles Rostros de memoria, visiones y versiones sobre escritores peruanos.