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Cultural

Carlos Zúñiga: “En los años 70, todos querían morder la manzana”

La Feria de Libro de Magdalena del Mar hoy le rinde homenaje presencial por la revista La manzana mordida, la misma que dirige hace 46 años.

Carlos se sintió un pez en el agua no solo para escribir, entre otros poemarios, Primer destino, Gracias amor, Señor de Marbella, sino también para promover la poesía. Foto: difusión
Carlos se sintió un pez en el agua no solo para escribir, entre otros poemarios, Primer destino, Gracias amor, Señor de Marbella, sino también para promover la poesía. Foto: difusión

Es vecino del mar y de la huaca Huantille, en Magdalena del Mar. El poeta Carlos Zúñiga Segura vive en el distrito costanero hace 60 años, desde cuando llegó de Pampas, Tayacaja, Huancavelica. De pronto descubrió que Magdalena era una comarca de poetas. Allí estaban Augusto Tamayo Vargas, Alfonso La Torre, Tulio Mora, César Toro Montalvo, Max Dextre, para citar a los más antiguos.

Carlos Zúñiga (Pampas, 1942) se sintió un pez en el agua no solo para escribir, entre otros poemarios, Primer destino, Gracias amor, Señor de Marbella, sino también para promover la poesía. A mediados de los años 70, creó la revista La manzana mordida, que hasta hoy en día se convirtió en promotora de nuevos poetas. Precisamente, la Feria del Libro de Magdalena, la cual realiza la Cámara Peruana del Libro en la plaza Túpac Amaru, hoy le rinde homenaje por esa larga tarea, que ya lleva 46 años, en favor de la poesía.

¿En esos años, crear la revista fue audacia y aventura?

En cierto modo. Vi la necesidad de los poetas jóvenes que no tenían dónde publicar sus primeros textos. Entonces, decidí fundar esta revista cuyo primer número lo presentamos el 23 de setiembre de 1975, con motivo de celebrar la primavera y la juventud. Fue una decisión inspirada en el poeta Serafín Delmar (sobre quien asegura que no es huancaíno, quien en los años 20 fundó las revistas vanguardistas Flechas y Trampolín-Hangar-Rascacielos-Timonel, explica el poeta.

¿El nombre La manzana mordida lo tomaste en alusión al pasaje bíblico?

Mira, yo iba hurgando un nombre y, como en mi tierra hay muchas manzanas, tomé la cita bíblica del Paraíso donde está el hombre y la mujer, pero también está la incitación al pecado con la serpiente y la prohibición de comer la fruta. Así nació La manzana mordida.

Es decir, la poesía como una actitud frente a lo prohibido...

Claro, además yo imaginé a la manzana como un libro y cada página que leías era una suerte de mordisco que uno da con energía, con ganas de gozar y aprender. Por supuesto, también es el erotismo.

Hoy en día es fácil publicar una revista, incluso podemos prescindir del papel. ¿En los 70, cómo era publicar una revista?

Primero era conseguir cartoncillos, que era algo mejorado de lo que era el mimeógrafo. Para los cartoncillos había que digitar en máquinas precarias y luego cortar lo que habías digitado y pegarlas en hojas en blanco, para hacer el machote. Era un trabajo artesanal. Para los titulares había que cortar letra por letra de algunas revistas y pegarlas, pero después el letraset, que era una especie de calcomanía, facilitó el trabajo.

La edición artesanal de La manzana... sirvió como una especie de cuna para nuevos poetas, ¿a quiénes publicaste?

En el primer número aparece César Toro Montalvo, el poeta y narrador Tarsicio Navarro, pariente de Candelario Navarro, personaje de la novela de Gregorio Martínez. También Gustavo Armijos y José Liria Torino. Posteriormente hemos publicado a Lola Thorne, Carlos Meneses, el descubridor de la tumba de Carlos Oquendo de Amat, Ricardo Silva Santisteban, Javier Sologuren y Tulio Mora.

¿Y cómo se relacionó la revista con los poetas y grupos del 70?

En los años 70, todos querían morder la manzana. Claro, también publicamos a los de Hora Zero y siempre destacaron el esfuerzo. Tulio Mora fue uno de los primeros que presentamos en la serie “Poetas en su café”.

¿Y cuál es la última cosecha de La manzana...?

Mira, acabamos de publicar el último número con los poemas de Gloria Mendoza Borda, la gran poeta puneña. Conmemoramos la primera edición de su libro Los grillos tomaron tu cimbre, editado hace 50 años. Publicamos una selección de poemas de ese libro a manera de rescate.

También tienes un sello editorial, Capulí. ¿Es el homenaje a Vallejo a propósito de su poema “Idilio muerto”?

El nombre viene por la fruta que hay en mi tierra, la guinda, que también se llama capulí. También por mi hija Lourdes, que cuando era niña tenía la cara colorada y le decíamos capulí. Hemos publicado 105 títulos, entre otros, los libros de cuentos La lira de Nerón y Sing song, de Alfonso La Torre. También libros de Augusto Tamayo Vargas, Manuel Moreno Jimeno y Luis Hernán Ramírez.

Aparte de partero de poetas, también eres poeta.

Sí, acabo de publicar Cabalística lluvia rebrota canto de primavera. Lo mío es la cosmovisión andina, es lo más íntimo, pero sin descuidar el mar como símbolo de vida y me lleva a identificarme con el paisaje de este querido distrito. Magdalena tiene una fundación andina, porque hay varias huacas, como la Huantille. Por cosas extrañas, las veces que me he mudado en Magdalena siempre he vivido a cuadra o cuadra y media de una huaca.

Los Andes y el mar

Sí, en tu poesía aflora lo andino, pero un gran motivo es la poesía misma.

Sí, es la expresión vital de mi existencia, una especie de catarsis de las cosas que vivo, pero como digo, desde una sensibilidad andina, a la manera de Arguedas, quizás también porque él vivió dos años en mi tierra, tema al que le dediqué un libro de investigación.

Entre tu lirismo aparecen, a manera de personajes, figuras épicas, como el inca Curambayo.

Curambayo era un indio guerrero tayacajino que luchó en la independencia del Perú, con Manco Inca II, cuando vino del Cusco para atacar a los españoles en Jauja.

Pero has creado otro, Santiago Azapara Gala...

Ah, sí, está en mi libro Memorias de Santiago Azapara Gala, Gran Señor de Tayacaja. Es una creación que fusiona la festividad de Santiago, Azapara, el apu tutelar de Tayacaja y gala, los danzantes de tijeras. Como ves, resido a orillas del mar, pero vivo anclado al mundo andino.

El dato

Homenaje. Se realizará de manera presencial. Participan Marco Martos, Ricardo González Vigil y Omar Aramayo. Plaza Túpac Amaru. 6 p.m. Ingreso libre.

Nació en Acarí, Arequipa. Estudió Literatura Hispánica en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú). Egresado y bachiller en Literatura. Ha publicado artículos y reportajes en diarios y revistas nacionales y extranjeras. Sus textos literarios han sido incluidos en la “Antología de la Poesía Arequipeña”, de Jorge Cornejo Polar y en la muestra de poesía de Perú y Colombia “En tierras del cóndor”, de los colombianos Juan Manuel Roca y Jaidith Soto. Ha publicado el poemario Manuscrito del viento y libro de perfiles Rostros de memoria, visiones y versiones sobre escritores peruanos.