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Cultural

Funerales al filo de lo tóxico

“En ‘Los funerales de Atahualpa’ podemos sentir las numerosas muertes de todo tipo que vendrán, millones según algunos, que le siguieron”.

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Luis Montero empezó el enorme cuadro en 1865 y le tomó dos años terminarlo. Concluyó justo en el año en que otra fuerte epidemia de cólera afectó Italia, donde fue pintado. Quizás ese clima de infección y muerte lo llevó a elegir “Los funerales de Atahualpa” como tema, y no la captura del Inca, un episodio quizás más atractivo para un lienzo académico.

En una de sus escalas de regreso a Lima, Montero hizo una pascana en Buenos Aires, donde su cuadro fue exhibido con gran éxito. Ese año 1867 coincidió con dos epidemias en Argentina, fiebre amarilla y cólera, que se llevaron casi 14,000 vidas. El cuadro y el pintor llegaron a Lima al año siguiente, de donde se lo llevaron los invasores chilenos, de donde es devuelto en 1884.

El contagio ronda a muchos de los cuadros más célebres sobre funerales en el mundo. Aunque esto no está presente en este, ya que el Inca murió ejecutado, es fama que su padre Huayna Cápac fue una de las primeras víctimas conocidas de las epidemias europeas (también se habla de un envenenamiento ejecutado por un cacique chachapoyas).

En “Los funerales de Atahualpa” podemos sentir las numerosas muertes de todo tipo que vendrán, millones según algunos, que le siguieron. Las exequias fueron a muy poco tiempo de la captura y la muerte, pero Montero ya las viste de un clima de densa institucionalidad, donde el sentido es el momento clave del paso de un imperio a otro.

Pero a pesar de toda la solemnidad desplegada a partir del hieratismo del Inca muerto, lo que vemos allí es una ceremonia inquieta, incluso quizás apurada, por las mujeres que reclaman acceso al cadáver, o quizás el cadáver mismo. De hecho los restos de Atahualpa nunca han aparecido, a pesar de los ocasionales avistamientos de una tumba.

¿Quiso Montero poner en escena, estirando la metáfora romántica, el nervioso nacimiento de aquello que con los siglos sería una nación mestiza? El hecho es que la multitud de la conquista sobre el lienzo (más de dos docenas de figuras) se le ha hecho a la República mucho más atractiva que aglomeraciones como las de la Independencia y después.

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