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Cultural

Juan Gastó: el gigante moqueguano que redimió La Concepción

Hace 137 años, la Sierra Central se libraba de la invasión chilena y obligaba al enemigo a huir al mar. “De haber comandado Cáceres en San Juan y Miraflores, no habríamos entrado a Lima”, afirmaron esa vez.

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Mil ochocientos ochenta y uno. Las tropas de Cáceres se habían instalado en Chosica y las fuerzas chilenas al mando de Patricio Lynch querían cortar con ellas de raíz. Para tal efecto, organizaron una campaña que intentó rodearlos desde Canta y que terminó con una persecución por toda la Sierra Central con rumbo hacia Ayacucho.

Los peruanos recién serían alcanzados el 5 de febrero de 1882 en el Primer Combate de Pucará, Junín, pero la magia del ‘Brujo’ pudo más que la pericia de Estanislao del Canto Arteaga. Los caceristas se replegaron al que sería su nuevo cuartel en Izcuchaca, mientras los enemigos retornaban a Huancayo. Marcavalle se convertía en el nuevo paso de Termópilas para los valientes indios montoneros.

Sin embargo, los sureños no contaban con la inclemencia con que el Ande recibía a los indeseables, y una epidemia de tifus asoló a buena parte de su tropel. Tras ello, y al no haber encontrado suministros suficientes para continuar con el asedio se dispuso a regresar a Lima. Pero el ‘Brujo’ leía cada movimiento suyo, como si con hojas de coca lo hiciera.

En julio de 1882, las huestes patriotas se dividieron en tres columnas: una al mando del coronel Máximo Tafur, otra al mando del coronel Juan Gastó y la última al mando del mismo Cáceres. ¿El objetivo? Cerrar a los chilenos en el Valle Mantaro.

Es ahí donde aparece la figura del gigante moqueguano Juan Gastó, quien al mando del Batallón Comas y aprovechando el segundo embate contra Pucará, liquidó el día 9 de julio a los invasores del hasta entonces implacable batallón Chacabuco, quienes no tuvieron otra opción que huir con sus remanentes hacia Sapallanga. Pero se quedaron cortos, pues no pararían hasta llegar a Lima. ¿Cáceres? Triunfante hizo su ingreso a Tarma.

A todas estas acciones se les conoce globalmente como el triple triunfo de Cáceres en el Combate de Concepción, con las victorias en Pucará, Marcavalle y Concepción. El ejército peruano recuperaba el eje de la Sierra Central, y al comando de Patricio Lynch no le quedó más que ‘apurar’ el tratado de paz con el gobierno peruano. Y es que la sombra ‘Brujo’ eclipsaba a todo aquel que osaba tentar nuestras cordilleras.

Una mácula imborrable en la historia chilena

En Chile recuerdan el episodio con la ceremonia de iniciación militar conocida como el “Juramento a la Bandera”, celebrada cada año por el Ejército de ese país en memoria de sus caídos en Concepción. ¿La nota extravagante del combate? Pasado el triunfo peruano, Del Canto ordenó recuperar los corazones de sus cuatro oficiales y enviarlos en alcohol a Santiago, donde actualmente descansan en su catedral. “De haber comandado Cáceres las batallas de San Juan y Miraflores, no habríamos entrado a Lima”, fue el comentario que dejaron jefes chilenos derrotados y expulsados del centro del país.

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