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El canto de las mariposas: canto a la memoria

Documental. El canto de las mariposas aborda la historia de la familia de una sobreviviente de la masacre del caucho.

Escena. El artista plástico Rember Yahuarcani López junto a su padre. Pertenece al clan de la Garza Blanca. Foto: difusión
Escena. El artista plástico Rember Yahuarcani López junto a su padre. Pertenece al clan de la Garza Blanca. Foto: difusión

“La preocupación más grande es si realmente soy un buen traductor de lo que mi abuela me dio”, dice el artista plástico Rember Yahuarcani López en el documental El canto de las mariposas. La cineasta Nuria Frigola Torrent dirige este premiado documental que nos traslada a un viaje de Lima hacia la selva peruana y a La Chorrera, Colombia, lugar donde recuerdan “el genocidio más grande de los pueblos indígenas en la zona”, como señalan al llegar a La casa Arana, actualmente convertida en una escuela. “Navegamos toda la vida entre el origen y el mundo para encontrarnos. Esta película cuenta la travesía de sus protagonistas en esta búsqueda. Es también una invitación a los espectadores a viajar a sus propias raíces: ¿de dónde viene mi familia, quiénes son mis ancestros? Esta es una historia de identidad y memoria”, comenta la directora en la presentación del documental disponible en la web.

Con El canto de las mariposas, seguimos el viaje del artista uitoto hasta Peba donde vive su familia. Yahuarcani sostiene que su trabajo está inspirado en los relatos de su abuela Martha, una sobreviviente de la masacre del caucho. “Ella creía que iba a ser una de las voces de ella, y yo no lo entendía hasta hace unos pocos años. Martha está aquí cuando agarro un pincel, cuando pinto un personaje que me ha contado, que me ha descrito. Mi obra es ella, lo que me ha dicho, la forma en que ella veía la Amazonía. Su historia”, señala en el documental.

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La directora nos cuenta por correo electrónico que “el rodaje de investigación duró 2 años entre el 2014 y 2015″, luego grabó en “2016 (Lima y Pebas), 2017 (Lima y Pebas), 2018 (Pebas y La Chorrera) y 2019 (Pebas). Cada rodaje duraba entre 5 y 10 días. El mayor reto fue grabar en La Chorrera, pues fue muy complicado de llegar. Felizmente conseguimos trabajar con una productora local de La Chorrera, Fanny Kuiru, que nos ayudó con todos los contactos. Fanny fue también la traductora de uitoto a castellano al final de la película”. Al llegar a La Chorrera, la producción tuvo que contar con un permiso social. “De Manuel Zafiama, el cacique del pueblo uitoto, quien después de consultarle en La Maloca y de ver avances del rodaje aceptó llevar al resto del equipo”.

El documental ganador del Festival Internacional de Cine de Guadalajara destaca por su bella fotografía, iluminación y su sonido. “Un reto en la selva es el sonido: en Pebas de viernes en la noche a domingo se prenden todos los parlantes. Desde los bares hasta las iglesias, y era imposible grabar. Esto lo aprendimos en el camino, y nuestras franjas horarias para grabar se reducían mucho. En los siguientes rodajes ya lo teníamos más claro”.

Tal como señala la directora, más allá de ahondar en la tragedia del pueblo indígena, la historia se centra en la memoria y en la búsqueda de sus orígenes. De hecho, en una de las narraciones a los niños de la zona, El canto de las mariposas –o de los espíritus, como se explica–, se les pide cómo pueden dibujar una guerra. Por todo ello, la directora explica que también filmar a Yahuarcani fue un reto. “Poder grabar a Rember pintando en Lima no fue fácil. Al inicio decía ‘pinta como si no estuviéramos acá’ y para él era imposible”.

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Redactora de la edición impresa de La República. Cubre noticias sobre cine, teatro, música y televisión. Bachiller en Ciencias de la Comunicación. Licenciada en Periodismo.