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Ciencia

Determinan que hay un método más sencillo para detectar vida extraterrestre

Hasta ahora, el programa de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre no ha descubierto indicios de una civilización extrasolar. ¿Es el momento de cambiar de estrategia?

La detección de una raza extraterrestre no serviría de nada si nuestros mensajes no son captados en su totalidad | Foto: ABC Ciencia
La detección de una raza extraterrestre no serviría de nada si nuestros mensajes no son captados en su totalidad | Foto: ABC Ciencia

Desde los últimos siglos, el ser humano se ha preguntado si existen civilizaciones inteligentes como la nuestra que alberguen vida en planetas habitables, basados o no en las dinámicas bioquímicas del carbono. Por esa razón, se creó SETI —el proyecto llamado Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre— a lo largo de los años 70. Poco después, los científicos pensaron que si los supuestos seres de otras estrellas no tenían la voluntad de hacer contacto, los esfuerzos caerían en un recipiente hueco.

Aquí la teoría de juegos, propuesta por el matemático John Forbes Nash, galardonado con el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 1994 por el Banco de Suecia, nos conduce a una mirada disruptiva: analizar el posible éxito de los astróbiólogos junto con los fundamentos de distintos seres inteligentes para ponernos en estrecha comunicación, es decir, preguntarnos constantemente nuestros objetivos al entablar nexos sin menospreciar los fines de ellos.

Bajo esa misma línea —cuanto menos filosófica—, Eamonn Kerins, astrofísico del Observatorio Jodrell Bank de la Universidad de Manchester (Inglaterra) ha publicado un artículo en la revista The Astronomical Journal, en el cual enfatiza en la “detectabilidad mutua” y la probable “elección del silencio” en los receptores de las señales enviadas con tecnología terrestre.

Kerins propone un segundo nivel en la mencionada teoría de juegos “que involucra a dos jugadores que tienen que cooperar para ganar” y satisfacer necesidades, en caso “tanto ellos como nosotros queremos establecer contacto”.

Para el astrofísico, la clave radica en buscar señales desde donde calculamos que otras civilizaciones podrían estar rastreándonos, una vuelta de tuerca a SETI. “Ambos lados (especies) deberían estar igualmente motivadas para emprender la búsqueda entre sí, porque ambas sabrían que la evidencia es mutua”, aseveró.

“Los exoplanetas en tránsito dentro de la zona de tránsito de la Tierra forman un subconjunto objetivo que satisface los requisitos de detectabilidad mutua”, se explica en el resumen exhaustivo del documento.

La zona de tránsito planetario es el cambio proporcional del brillo o curva de luz cuando un cuerpo celeste se traslada por encima de su estrella. De esa forma, los observatorios miden el tamaño aproximado y la distancia de un planeta respecto al centro de su sistema.

“Las civilizaciones en planetas dentro de la Zona de Tránsito de la Tierra (ETZ) pueden observar la Tierra en tránsito contra el Sol —sugirió el firmante del artículo—, por lo tanto, descubren que la Tierra es un planeta rocoso ubicado dentro de la zona habitable del Sol”.

A manera de complemento, expuso: “Para maximizar las posibilidades de éxito, la civilización más avanzada debe seguir un conjunto de reglas que sean comprensibles para la civilización menos avanzada”.

Pero aquí se fricciona con otro tipo de vertiente: ¿debemos limitarnos a escuchar en vez de tener la iniciativa? La BBC nos recuerda, por medio de una nota del 15 de marzo de 2018, que Stephen Hawking opinaba de una forma poco optimista. Al astrofísico británico, quien sufría de esclerosis lateral ameotrófica (ELA), no le gustaba la idea del contacto extraterrestre porque “probablemente estarían muy adelantados respecto a nosotros”.

“Si los extraterrestres nos visitan, el resultado sería mucho más parecido a cuando Colón desembarcó en América”, había declarado Hawking en 2020 para el canal Discovery.

Eamonn Kerins apunta a elaborar el primer catálogo de planetas cuyos habitantes tendrían el potencial de saber acerca de la existencia de la raza humana.

Sumado a ello, las opciones se incrementan si, como cree el experto de la Universidad de Manchester, la mayoría de planetas en ETZ girase alrededor de una enana roja que al ser menos brillante que el Sol, contarían con una visión más clara del cosmos.

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