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Ciencia

¿Por qué se invierte en desinfección si la COVID-19 se transmite por aire?

Un mayor control de los aerosoles disminuiría el riesgo de contagios de COVID-19 en comparación a la obsesiva limpieza de los objetos, según diversos estudios.

Para que el coronavirus represente una amenaza, debe estar esparcido en grandes cantidades durante su estancia en superficies. Pese a ello, aún no se regulan los tiempos de fumigación en los servicios de transporte | Foto: Andina, difusión
Para que el coronavirus represente una amenaza, debe estar esparcido en grandes cantidades durante su estancia en superficies. Pese a ello, aún no se regulan los tiempos de fumigación en los servicios de transporte | Foto: Andina, difusión

Al principio de la pandemia —y es totalmente comprensible por los confusos datos científicos de ese entonces—, las reglas de salubridad recién se asentaban en todo el mundo y cada quién creía que un método de protección era mejor que el otro.

Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante una guía redactada en la segunda mitad de febrero, había advertido que la COVID-19 se propagaba también por superficies inanimadas tales como fómites, billetes, ropa, barandas, teléfonos celulares, interruptores de luz, entre otros.

Las manija de la puerta, las pantallas de celular, los interruptores de luz y el control remoto son solo algunos de los fómites que podrían albergar al coronavirus; sin embargo, sus estancias no durarían mucho | Foto: Infobae

Las manija de la puerta, las pantallas de celular, los interruptores de luz y el control remoto son solo algunos de los fómites que podrían albergar al coronavirus; sin embargo, sus estancias no durarían mucho | Foto: Infobae

De acuerdo con un artículo publicado por la revista Nature del Reino Unido, este 29 de enero de 2021, Emanuel Goldman, profesor de Microbiología, Bioquímica y Genética Molecular de la Escuela de Medicina de Nueva Jersey en la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), decidió analizar el verdadero impacto de las superficies contaminadas ante un interminable boom industrial de productos relacionados a la desinfección contra el coronavirus.

“Goldman hace tiempo que abandonó los guantes”, se lee en la nota del portal internacional. El microbiólogo tomó esa vía porque concluyó que el SARS-CoV-2 presentaba bajas probabilidades de diseminarse por intermedio de los fómites.

“En mi opinión —explicó el profesor universitario—, la posibilidad de transmisión a través de superficies inanimadas es muy pequeña, y solo en los casos en que una persona infectada tose o estornuda en la superficie y alguien más toca esa superficie poco después de toser o estornudar (dentro de 1 a 2 h)”.

“No estoy en desacuerdo con pecar de cauteloso, pero esto puede llegar a extremos no justificados por los datos. Aunque la desinfección periódica de las superficies y el uso de guantes son precauciones razonables, especialmente en los hospitales, creo que los fómites que no han estado en contacto con un portador infectado durante muchas horas, no representan un riesgo mensurable de transmisión en entornos no hospitalarios”, prosiguió relatando Goldman en su documento alojado en The Lancet Infectious Diseases, desde el 3 de julio de 2020.

En mayo de 2020, esta idea fue apoyada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos. “No se cree (sobre el contacto con las superficies) que sea una forma común de propagación de COVID-19″, habían afirmado en su guía para el manejo de la enfermedad. Si desea consultar la actualización periódica del documento, puedes ingresar aquí.

Los aerosoles y su potencial subestimado

Las nuevas investigaciones, si bien no desestiman el contacto con los fómites, subrayan que la mayoría de contagios en la actual pandemia se originan cuando las personas tosen, hablan, estornudan o respiran. De esta forma, se expelen gotas grandes y partículas llamadas aerosoles. Por supuesto que al no mantener una distancia prudente de dos metros —por lo menos— entre persona y persona, el riesgo de infección aumenta.

El flujo del aire es fundamental para reducir el riesgo de contagio por COVID-19 | Fotocaptura: La sexta

El flujo del aire es fundamental para reducir el riesgo de contagio por COVID-19 | Fotocaptura: La sexta

El 18 de noviembre de 2020, según el documento técnico denominado Evaluación del riesgo de transmisión de SARS-CoV-2 mediante aerosoles. Medidas de prevención y recomendaciones, elaborado por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España y otras entidades, “en función de su tamaño (...) pueden ser inhalados y alcanzar las células de las vías respiratorias desde la nasofaringe hasta los alveolos”.

No obstante —y lo más sorprendente—, han identificado brotes de la COVID-19 “en los que el contacto indirecto por vía inhalatoria parece el modo más plausible de contagio”. Se puso como ejemplo al acercamiento de diferentes familias de comensales en un restaurante de Guangzhou, China.

Inclusive, en transportes públicos donde había personas sin mascarillas y sin moverse para nada de sus asientos, “parece clara la contribución de la transmisión por aerosoles a distancias mayores de dos metros, aunque no se descartaron otras vías” de contagio, se menciona en el informe de Sanidad.

Mejorar la ventilación por encima de limpiar las superficies

En el artículo de Nature, se expone que a fines del año pasado las ventas mundiales de desinfectantes alcanzaron los $ 4.500 millones, lo que representa un crecimiento del 30% si se compara con datos del 2019. Este panorama se debe a una proliferación importante de notas en medios masivos sobre el tema. Se le dio tanto énfasis a la limpieza de las superficies, que las personas olvidaron otros métodos de prevención enfocados en matices complementarios.

Este rechazo, a apuntar la mayoría de los reflectores al contagio por fómites, se remarcó en un artículo de The Washington Post firmado el 11 de diciembre de 2020 por Joseph G. Allen, profesor asociado de la Universidad de Harvard; Charles Haas, especialista de ingeniería ambiental en Virginia Tech; y la docente de ingeniería civil y ambiental Linsey C. Marr.

“No tenemos un solo caso documentado de transmisión de COVID-19 desde superficies. Ni uno”, aseveraron los expertos.

“La realidad es que el nuevo coronavirus se propaga principalmente por el aire (...) ¿Cuánto podría protegerse de ese humo restregando las encimeras (en el caso de un fumador), los pomos de las puertas y todas las demás superficies de la habitación? No mucho. El problema es el aire compartido, no las superficies compartidas”, enfatizaron.

Más adelante, dijeron que el material genético del virus se halla en superficies de hospitales y en el ambiente; sin embargo, “solo se ha cultivado con éxito desde el aire”.

“Si la gran mayoría de la transmisión se produce a través del aire en lugar de fómites, y la transmisión aérea es lo que está impulsando los eventos de superpropagación , entonces deberíamos centrar nuestro esfuerzo en limpiar el aire compartido, no las superficies compartidas”, concluyeron los firmantes.

En función a la ventilación del lugar, las gotitas del estornudo pueden viajar de 2 a 8 metros | Foto: Wikipedia

En función a la ventilación del lugar, las gotitas del estornudo pueden viajar de 2 a 8 metros | Foto: Wikipedia

Se ha exagerado la lectura de supervivencia del virus

Para Goldman, el tamaño de las muestras experimentales, las cuales eran “enormes”, no correspondían a lo que pudiese acontecer en la vida común. A partir de otros estudios, en cambio, donde cultivaron el virus impregnado en el aire, hubo un mejor éxito analítico.

El 3 de setiembre de 1987, como antecedente, la Universidad de Wisconsin juntó a voluntarios en una sala con componentes usados en juegos de póquer, de acuerdo a un estudio. Estos fueron tosidos por personas infectadas de rinovirus o resfriado corriente. Lo voluntarios sanos se tocaron los ojos y la nariz, pero nadie se enfermó.

Respecto a la propagación al toparse con agentes inanimados, el epidemiólogo Ben Cowling de la Universidad de Hong Kong dijo: “Simplemente no parece suceder tanto, por lo que sabemos”.

Aunque este antecedente es un tanto diferente a los detalles del SARS-CoV-2, el contagio vía aerosol referido a infecciones respiratorias ya era vigilado por los científicos.

Por otro lado, el 14 de diciembre de 2020, un estudio adicional dirigido por Amy Pickering, de la Universidad de Tufts en Medford, Massachusetts, tomó muestras de contaminación de ARN viral en personas que normalmente tocaban superficies. Los resultados graficaron que el riesgo de infección es menos que 5 en 10.000: la transmisión virulenta, de esta forma, “es posible, pero poco común”.

La comparación a nivel mundial de la efectividad de las intervenciones dirigidas por todos los gobiernos determinó que la limpieza y desinfección de espacios transitados fueron menos cruciales que las restricciones de viaje y la cuarentena. ¿Se enfocarán los países en enfrentar al coronavirus desde un ángulo distinto?

Por ahora, Goldman recalca que no debemos dejar de lavarnos las manos y colocarnos la mascarilla de manera correcta (no debajo de la nariz), pues cuidarnos a nosotros mismos también es cuidar al prójimo.

Bachiller en Periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza. Periodista de las secciones Ciencia y Culturales. Corrector de estilo de la web de La República. Elabora reseñas de libros y crónicas en suplemento Domingo. Escritor de ciencia ficción, terror y misterio. Sus cuentos han aparecido en diversas antologías nacionales e internacionales.