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Ciencia

El coronavirus “se asemeja a una enfermedad de transmisión sexual”, opinan médicos

Dos expertos en medicina evolutiva detallan que el SARS-CoV-2 actúa de manera similar al VIH y a la sífilis en su 'táctica' para propagarse en la población. "Puede invadir comunidades sigilosamente", sostienen.

Proteínas en la superficie del SARS-CoV-2. Imagen: CDC/The Conversation.
Proteínas en la superficie del SARS-CoV-2. Imagen: CDC/The Conversation.

Solo un 20 % de los pacientes con coronavirus a nivel mundial presentan síntomas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, la tasa más alta de diseminación viral ocurre de uno a dos días antes de presentar indicios de estar infectado, señala un estudio de Nature.

Estas particularidades hacen que el SARS-CoV-2 logre bien su objetivo evolutivo: propagarse. Al ser sigiloso, los contagiados trasmiten la COVID-19 sin saberlo. Dos expertos en medicina evolutiva consideran que esta ‘estrategia’ hace al virus similar a una enfermedad de transmisión sexual.

“Los brotes que constantemente causan síntomas graves se ven más fácilmente acorralados por las medidas de salud pública porque las personas infectadas son fáciles de identificar. El SARS-CoV-2, sin embargo, puede invadir comunidades sigilosamente, porque muchas personas infectadas no tienen ningún síntoma”, detallan en un artículo para el portal de divulgación profesional, The Conversation.

“Mirándolo de esta manera, la COVID-19 se asemeja a una enfermedad de transmisión sexual”, agregan.

De acuerdo con los médicos, el VIH y la sífilis, por ejemplo, se muestran también relativamente asintomáticos en los infectados. Pese a esto, son contagiosos.

“Además, su gravedad [del coronavirus] no es la misma en todos los portadores, y a menudo es dramáticamente diferente”, otra “similitud con muchas enfermedades de transmisión sexual”, advierten.

Una sola cepa de SARS-CoV-2, aseguran, puede afectar de manera diferente. Esto ayuda a que el virus “escape” de lo que se conoce como compensación evolutiva (verse obligados a limitar su capacidad de infectar por incapacitar a su portador —si es muy virulento— o no generar suficientes copias de sí mismo —si causa poco daño—).

“En algunos individuos, la virulencia se maximiza, como en los huéspedes mayores. En otros, la transmisibilidad se maximiza”, describen.

Muchos estudios han confirmado que los pacientes jóvenes, por ejemplo, son en su mayoría asintomáticos. Este patrón basado en la edad permite que el coronavirus pueda “devastar personas mayores con alta virulencia”, pero a la vez mantener a las jóvenes como “vehículos de tranmisión”.

De esta manera, el virus no limita ni su capacidad de infección ni su capacidad de reproducción.

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