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Ciencia

¿Por qué se ha cerrado el gigantesco agujero de ozono en el Ártico poco después de formarse?

Hace algunas semanas, los científicos estaban desconcertados por la magnitud de este fenómeno. Sin embargo, un proceso natural ha ‘curado’ esta parte de la capa de ozono.

Comparación de los niveles de ozono en el Ártico el día 29 de marzo y 21 de abril de 2020. Fuente: NASA.
Comparación de los niveles de ozono en el Ártico el día 29 de marzo y 21 de abril de 2020. Fuente: NASA.

El pasado mes de marzo, los científicos anunciaron una abertura nunca antes detectada en la capa de ozono del Ártico. El inusual fenómeno se produjo por un flujo turbulento de aire frío (vórtice polar) que llevó sustancias que destruyeron las moléculas de ozono en la estratósfera. Pero la situación dio un giro en los últimos días.

“El agujero de ozono sin precedentes del hemisferio norte en 2020 ha llegado a su fin. El vórtice polar se ha dividido, pemitiendo la irrupción de aire rico en ozono en el Ártico”, afirma en su cuenta de Twitter el Servicio de Monitoreo de Atmosfera Copernicus, que señala que la situación ha seguido sus pronósticos de la semana pasada.

De acuerdo al portal Euronews, la disolución del vórtice polar se produjo por la “ola de calor” que ha vivido el Ártico esta semana, con temperaturas hasta 20º C superiores a las normales para este período del año.

Por su parte, Copernicus añade que si bien parece que el vórtice polar aún no ha llegado a su fin y se reformará en los próximos días, los valores de ozono no volverán a caer como a finales de marzo.

¿Por qué se forma un agujero de ozono?

Los agujeros de ozono se forman debido a un proceso que tiene en su origen en los químicos tratados por humanos como el bromo y el cloro, los cuales se depositan en la estratósfera. Durante el invierno, estas sustancias se acumulan dentro de un vórtice polar (remolinos circulares de aire frío) y permanecen inactivos en la oscuridad.

El descenso de temperaturas en el vórtice por debajo de los -78 grados Celsius puede producir la formación de cristales de hielo en las nubes estratosféricas polares, que desempeñan un papel importante en las reacciones químicas.

Representación de un vórtice polar en el Hemisferio Norte. Imagen: Difusión.

Representación de un vórtice polar en el Hemisferio Norte. Imagen: Difusión.

Al final del invierno, la primera luz solar libera los átomos de cloro y bromo presentes en el vórtice, que pasan a estar químicamente activos y destruyen rápidamente las moléculas de ozono, lo que provoca la formación del agujero.

¿Qué pasó en el Ártico?

Condiciones meteorológicas especiales provocaron un inusual agotamiento del ozono estratosférico sobre el Ártico esta primavera del hemisferio norte, del mismo modo que se produce desde hace décadas en la Antártida tras concluir el invierno austral.

La pérdida de este gas llegó al 30 por ciento en la vertical del Polo Norte, con temperaturas por debajo de -80 grados Celsius. Normalmente, la estratosfera sobre el Ártico es demasiado cálida y el vórtice polar demasiado inestable para que se den las condiciones que provocan la caída de ozono. Pero sucedió esta vez.

La Agencia Espacial Europea calculó una abertura de ozono con un tamaño cercano al millón de kilómetros cuadrados, superando al que se produjo en 2011, considerado desde entonces como el más grande agujero de ozono detectado en el Ártico.

En tanto, un análisis de observaciones satelitales de la NASA muestra que el 12 de marzo de este año, los niveles de ozono alcanzaron su punto más bajo jamás registrado.

En el caso de la Antártida, el agujero de la capa de ozono (de mayores proporciones que el hallado en el Ártico) se intensificó hace décadas por las emisiones industriales de gases CFC que destruyen el ozono, un gas protector de la vida en la Tierra frente a los rayos ultravioleta. La prohibición de estos compuestos en el Protocolo de Montreal en 1989 ha permitido que ese fenómeno disminuya en la actualidad.

-Con información de CAMS y EuropaPress-

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