Cargando...
Sociedad

Filósofo Santiago Beruete: “Veneramos la naturaleza, pero estamos en guerra con ella”

Filósofo nacido en Pamplona, España, en 1961. Autor de libros filosofía y ensayo. El escritor y ensayista participó en el Hay Festival organizado en Arequipa.

larepublica.pe
Filósofo

David Rivera

Santiago Beruete es un filósofo y antropólogo español. El escritor y ensayista participó en el Hay Festival organizado en Arequipa. Charló con La República de sus últimos libros sobre naturaleza y jardinería.

En el Perú, son muy importantes los temas políticos sobre el medio ambiente, expresados en los conflictos mineros y la defensa del agua y la tierra.

Tengo entendido que Perú está en la primera línea de países afectados por el cambio climático.

Arequipa es muy vulnerable también...

Sí, por la altura, las condiciones, el agujero de la capa de ozono, es un país muy sensible a todo esto. Además, tiene una tradición indígena, en la cual las plantas forman parte de una cultura popular muy sabia; es una ecología profunda y verdadera, una tradición que tiene milenios, para mí eso es doblemente sagrado. Ahora existe una actitud contradictoria, veneramos la naturaleza, pero estamos en guerra con ella. Hay que pasar a una visión en donde el hombre no sea el centro del mundo, donde las plantas puedan ser una gran inspiración para nosotros. Poco a poco, la conciencia de que tenemos que cambiar nuestra relación con la tierra se abre paso. Las comunidades indígenas lo han tenido claro siempre, somos nosotros los que recién estamos descubriéndolo.

Vivir en las grandes ciudades representa el progreso y la tecnología, pero también opresión económica que ha llevado a una crisis humanitaria.

Hay que tener la capacidad de vivir en ciudad respetando al medio, al semejante. Este quizá sea el último mensaje de la ecología: una educación profunda a los seres humanos, educación moral, no solo medioambiental. Abarca todos los aspectos, todo el entorno del que somos parte, un ecosistema planetario. Yo no creo que pueda haber justicia medioambiental si no hacemos nuestros todos estos valores que vienen de la filosofía, de las tradiciones religiosas y, hasta cierto punto, de la ciencia.

¿Cómo nace la idea de escribir sobre tu afición a la jardinería y relacionarla con la filosofía en tu libro Jardinosofía?

Un día, en la universidad, conté que llevaba años construyendo un jardín con mis manos y ese fue el arranque de una tesis doctoral que después derivaría en Jardinosofía. Junté mis aficiones con mi vocación. En ese proceso, me di cuenta de que había unas relaciones poco conocidas entre jardinería y filosofía; como que se pasaba por alto que las escuelas filosóficas clásicas —como la academia platónica, el jardín de Epicuro o el liceo aristotélico— habían surgido en jardines.

La filosofía tenía una conexión espiritual con la naturaleza, con la religión y sus mitos ¿Crees que una visión más científica apartó esto?

Así es. Por eso, urge reformar la alianza con la naturaleza. Sin embargo, para esto tenemos que hacer una operación, que es, por una parte, muy filosófica (y científica); pero, por otra parte, es reivindicar el mito, es colonizar el imaginario colectivo de nuevo, con una narrativa que pueda movilizar las fuerzas del eros (amor pasional) y del altruismo.

Dices que la utopía se respira en los jardines. En un mundo individualista posmoderno, en donde cada persona es una isla con su propia verdad, ¿se puede encontrar en el trabajo colectivo un proyecto que nos una y nos lleve a esa utopía?

Exacto. Necesitamos volver a crear alguna forma de relato unitario que permita cooperar para salvar nuestro mundo. Esto significa extraer lo que tienen de valor los mitos, las narraciones y las ficciones. Los humanos necesitamos ficciones consoladoras. No soportamos la incertidumbre y la única manera de ponernos en marcha es envolvernos en un proyecto colectivo. Se puede leer Jardinosofía como una historia de la utopía, los jardines son metáforas visibles de la felicidad, de espacios utópicos de belleza y bienestar. Todos los jardines son fragmentos del paraíso y esta es la raíz de todas las utopías que los seres humanos han construido, hoy necesitamos de aliento para crearlas.

¿Crees que estas prácticas de jardinería puedan masificarse en sociedades urbanas y no limitarse a una élite?

Sí, por ejemplo, en Manhattan vi el consumo y adoración de lo orgánico de las clases medias altas, pero también vi los huertos colectivos humildes de una comunidad latina que estaba en medio de los rascacielos y los monstruos.

Los jardines son un documento cultural y un documento de barbarie (en términos de Walter Benjamin). Encierran esta dualidad, son un símbolo de armonía y de respeto, pero también de dominación y de control.