Cuando tocan las fiestas navideñas, hago el ejercicio de releer lo que escribí hace un año. En diciembre del 2022 me encuentro con una columna que exige una investigación y justicia para los que, en ese ya trágico momento, eran 27 muertos en las protestas. Qué tristeza pensar que llegaron a ser 49 las familias que tienen esta noche que recordar a sus difuntos, sin que se asuma ninguna responsabilidad por parte del Estado que los mató.
Ya en ese entonces Dina Boluarte decía en público que se había dado órdenes de no disparar contra la población. ¿Por qué entonces la indisciplina e insubordinación del Ejército en Ayacucho y la Policía Nacional en el resto del país? Los muertos se siguieron acumulando por una sencilla razón: Boluarte mintió y su primer ministro, nuestro verdadero presidente del Perú, ha ensayado toda clase de argumentos para justificar las muertes. Desde un nuevo golpe financiado por el narcotráfico hasta 500 “hechos de violencia” que nunca sucedieron. Ha sido la prensa y los familiares los que han reconstruido con videos y testimonios varias de las masacres. La mayoría de los fallecidos ni siquiera participaba activamente en la protesta.
Miente nuevamente el Gobierno cuando afirma que ha cumplido las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos La Cantuta y Barrios Altos luego de que la misma corte notificara al Estado peruano su desacato. Miente, en un monólogo de orate, diciendo que hace lo que no hace. No debía excarcelar a Fujimori y lo hizo. El pacto con Fuerza Popular pesó más. Esa es la verdad.
Ha mentido sistemáticamente el ministro de Economía. Sus mentiras afectan seriamente la credibilidad de un país que en 22 años (salvo la excepcionalidad del año de la pandemia) había cumplido su regla fiscal. El país lleva tres trimestres sin crecer. La recesión afecta los ingresos fiscales y los bolsillos de todos. Julio Velarde, con gran acierto, ha salido a hacer las cuentas. Y son muy malas. En particular el decrecimiento de la inversión privada que cae porque no cree. Y no cree porque le mienten. Incertidumbre y precariedad es el resumen político del 2023.
Cada año nos toca hacer un balance de lo vivido. A diferencia de lo que creen algunos conservadores y negacionistas de la historia, recordar es no solo un acto de justicia. Es un modo de sobrevivencia humana. En estos últimos días, viendo las reformas económicas argentinas, los peruanos que vivimos de adultos el ajuste de 1990 aprendimos grandes lecciones de economía que permanecen con nosotros gracias al desastroso primer gobierno de García, muy parecido a la economía peronista. Gracias a que recordamos, podemos defender con fundamento y pasión el equilibrio fiscal, la libertad de precios y de mercado o la inalterabilidad estatal de los contratos. Sin esa memoria, el país hubiera sucumbido ante los experimentos estatistas y populistas.
¿Es tedioso recordar? Por supuesto. Algunos detalles se olvidan, los hechos se desdibujan y los personajes se agrandan o achican con el tiempo. Se nubla la vista de lo vivido, pero es imperativo no olvidar. ¿Es doloroso recordar? No siempre, pero muchas veces sí lo es. Incluso en el caso de un gran triunfo social, como la masiva vacunación contra el Covid, el proceso que nos llevó a ese punto, con más de 220.000 muertos oficiales es dolorosísimo. Esos fallecidos no pueden ser olvidados, menos en esta fecha. Mi amigo Juan Carlos Tafur pide una Comisión de la Verdad para la pandemia. No le falta razón. Es un proceso que no se puede cerrar sin aprender las lecciones que tienen que quedar escritas en piedra para las generaciones que vengan. Ese puede ser nuestro mejor legado.
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Al aquilatar la enorme responsabilidad dentro de la función pública y actuar en consecuencia, todo aquel que entra en escena tiene que saber que será recordado. Si tuviéramos esa conciencia, nuestros hechos serían otros. Para todos mis lectores, en especial los que están pasando serias dificultades, les deseo que encuentren paz en esta Navidad. No ha sido fácil para la gran mayoría, pero el nacimiento de Jesús nos recuerda que la luz brilla sobre las tinieblas y el mal no prevalece ante él.
Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.