Bicameralismo: a menos poder, menos abuso, por Rosa María Palacios

“Dos cámaras, con partidos, origen territorial y funciones diferenciadas, reducen el poder de un Congreso que hoy está desbalanceado frente al Poder Ejecutivo”.

Esta semana el Congreso aprobó, en primera votación y con 93 votos, el retorno parlamentario al bicameralismo. La primera reacción pública no ha sido positiva. Con 6% de aprobación popular, nuestro Congreso es una institución en una crisis profunda. Los orígenes de esta se encuentran en un pobre sistema de representación, partidos políticos que oscilan entre vientres de alquiler o cacicazgos de clanes familiares y que reclutan individuos que privilegian sobre todas las cosas sus intereses particulares. Con el actual diseño hemos tenido, bajo la vigencia de la unicameralidad, desde 1993, Congresos autoritarios (todo el periodo de Fujimori); Congresos obstruccionistas (desde fines de Humala hasta hoy) y, muy pocas veces, Congresos democráticos. Hoy, una nueva coalición de intereses mercantilistas, conservadores y autoritarios manda, para hartazgo de la población.

¿Tiene razón el elector? Ve cómo las leyes son frívolas, el dinero se gasta mal, el congresista abusa de su cargo y, muchas veces, llega a delinquir. Observa parlamentarios donde su ignorancia solo compite con su arrogancia, dejando la duda: ¿es este sujeto así de incapaz o es un temerario sinvergüenza? ¿Son excluyentes o concurrentes ambas posibilidades? Sí, pues. No se puede no darle la razón a la población molesta que dice hoy: ¿Me quieres duplicar la receta de este mal? ¿No te basta con una cámara y ahora quieres dos? Si son así de desastrosos, ¿qué puede traer de bueno un Senado con los mismos vicios?

Sin embargo, con toda la empatía que se puede tener por estas legítimas quejas, voy a hacer una defensa de las dos cámaras. Impopular, como es hoy y como lo fue en el referéndum del 2018 (porque el Congreso hizo trampa, modificando la posibilidad de ser disueltos vía cuestión de confianza), es una reforma indispensable y necesaria. No es la única, pero, como parte de un paquete que va de la mano de las PASO (¡ay si el Congreso las toca como pretende!) y de su futura renovación a mitad del mandato, se requiere hacerla.

¿Por qué Fujimori quería una sola cámara? En 1992 el golpe de Estado tuvo 80% de aprobación. El Congreso era tan detestado como hoy (por tan buenas razones como las actuales) y Montesinos vio una oportunidad. Un presidente popular, con un Congreso de una sola cámara donde tiene mayoría absoluta, se convierte muy rápidamente en un dictador. Es la experiencia con Fujimori, pero no la de Toledo, García y Humala que tuvieron que construir mayorías para poder gobernar. En el otro extremo está Kuczynski, imposibilitado de gobernar por la oposición, hasta forzar su renuncia. ¿Qué hubiera pasado si el 2016 hubiera ganado Keiko Fujimori con 73 congresistas de 130? Es el diseño del Congreso lo que no funciona.

Dos cámaras, con partidos, origen territorial y funciones diferenciadas, reducen el poder de un Congreso que hoy está desbalanceado frente al Poder Ejecutivo (en la práctica han abolido la cuestión de confianza) y el Poder Judicial (cuyas resoluciones pretenden desconocer). La bicameralidad no favorece el aumento del poder del Congreso, por el contrario, lo disminuye. Una cámara revisora desaparece las leyes de madrugada, los golpes inesperados. Cada cámara tiene sus propias mayorías y minorías. ¿Les conviene a los actuales partidos? No. Por eso la misma Keiko Fujimori se pronunció en contra este viernes, pese al voto de sus 22 congresistas.

¿Por qué entonces este Congreso impopular aprueba una reforma que lo hace menos poderoso? Porque los parlamentarios tienen intereses individuales superiores a los de sus partidos. En la lógica del aquí y del ahora se han lanzado a esta reforma por dos razones: la reelección parlamentaria y la posibilidad de obtener una curul ya no entre 130, sino entre 190 posibilidades. ¿Se están comprando su boleto de lotería? Sí. ¿Se lo van a sacar? Eso depende el electorado. En nuestra experiencia histórica, el pueblo castiga y muy duro. La reelección parlamentaria es muy baja en el Perú en comparación con el resto de América.

¿Es la bicameralidad una solución a la crisis democrática peruana? No. La solución es mucho más compleja y no pasa únicamente por reformas constitucionales. Pero esta hay que hacerla. Si quieren una buena razón, les doy esta: la única forma de reducir el daño que hace el Congreso es partiendo su voluntad en dos. Menos poder, menos abuso.

larepublica.pe
Rosa María Palacios

Contracandela

Nació en Lima el 29 de Agosto de 1963. Obtuvo su título de Abogada en laPUCP. Es Master en Jurisprudencia Comparada por laUniversidad de Texasen Austin. También ha seguido cursos en la Facultad de Humanidades, Lengua y Literatura de laPUCP. Einsenhower Fellowship y Premio Jerusalem en el 2001. Trabajó como abogada de 1990 a 1999 realizando su especialización en políticas públicas y reforma del Estado siendo consultora delBIDy delGrupo Apoyoentre otros encargos. Desde 1999 se dedica al periodismo. Ha trabajado enradio, canales de cable, ytelevisiónde señal abierta en diversos programas de corte político. Ha sido columnista semanal en varios diarios.