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Un feriado más sí importa, por Miguel Palomino

“Es simplemente que el Congreso nos tiene acostumbrados a no medir las consecuencias de sus actos y dejar que nosotros paguemos los platos rotos…”

El Congreso aprobó como un nuevo día feriado el 7 de junio en conmemoración de la batalla de Arica y el Día de la Bandera del Perú. Para muchos, esto es una buena noticia porque significa un día menos de trabajo, pero para otros es una mala noticia porque significa un día menos de trabajo. ¿Qué?, ¿cómo es esto? Veamos.

Para más de un tercio de los peruanos que son trabajadores independientes, que declaren un día feriado es complicado porque su actividad diaria depende del comportamiento del resto de los trabajadores. Si podrán realizar su actividad diaria dependerá de si se benefician o perjudican por un feriado. Por ejemplo, si trabajan vendiendo golosinas en la puerta de un cine, probablemente se beneficiarán, pero, si usualmente venden menús en la puerta de una fábrica, probablemente se perjudicarán.

Así, aunque es claro que habría ganadores y perdedores, parecería difícil determinar si declarar feriado es en neto un beneficio o un perjuicio para los trabajadores como un todo. Para ver más claramente el efecto de una medida, los economistas con frecuencia vemos qué pasaría si dicha medida se tomara, pero amplificándola. Digamos, por ejemplo, ¿qué pasaría si se declarase feriado un mes entero?

En el caso de los trabajadores independientes, claramente serían perjudicados. Muy poca gente va a ir todos los días al cine para beneficiar al ambulante que vende las golosinas, pero nadie va a ir a la fábrica para adquirir menús, perjudicando al ambulante que los vende. Para casi la cuarta parte de los peruanos que son trabajadores dependientes formales, los empleadores ajustarán tan pronto puedan su salario para reflejar que no trabajan un mes y por lo tanto no producen por un mes y la empresa no gana por un mes. Dada la legislación laboral actual, existirían dificultades legales para reducir inmediatamente los salarios por la menor productividad, pero a la larga los salarios se reducirían más o menos proporcionalmente. El efecto sería casi instantáneo en las nuevas contrataciones, por ejemplo.

Para casi un tercio de los peruanos que son trabajadores dependientes informales, sin ninguna protección legal, el ajuste sería inmediato, siguiendo la misma lógica del párrafo anterior. Nadie va a pagar por un mes entero feriado. De este análisis de lo que pasaría si se declarase un mes feriado, se deduce indudablemente qué pasaría si se declarase un día feriado. Los trabajadores de todo tipo salen perjudicados como un todo con un día menos de trabajo. Funciona esa intuición que nos dice que trabajar menos no es el camino para mejorar.

Entonces, ¿por qué el Congreso declara feriado un día adicional? Aparte de sentirse patrióticos al aprobar la medida, a algún público objetivo estarán apuntando. Nos vienen a mente por lo menos tres motivos. Primero, porque nuevamente caen en lo mismo de siempre, están legislando para una pequeña minoría que ya cuenta con grandes beneficios y se olvidan de la gran mayoría. Segundo, un día feriado cae bien en el Congreso, nadie les va a reducir el sueldo y trabajan menos.

Esto nos trae al tercer motivo: ¿qué trabajadores no tienen que preocuparse de que les bajen el salario por trabajar menos? Si pensó en los empleados públicos, acertó. La lógica que planteamos anteriormente era la de una empresa privada. Resulta muy distinta si el empleador no se preocupa por la productividad de sus trabajadores porque no está en juego su dinero. Si hace falta plata, no es su problema, nos lo cobrarán a todos nosotros. Además, nunca tienen que preocuparse de la calidad o la escasez de su servicio.

Con esto no quiero desmerecer al empleado público, que en muchos casos cumple una función fundamental para todos. Es simplemente que el Congreso nos tiene acostumbrados a no medir las consecuencias de sus actos y dejar que nosotros paguemos los platos rotos.

larepublica.pe
Miguel Palomino

De La Oroya. Economista y profesor de la Universidad del Pacífico y Doctor en Finanzas de la Escuela de Wharton de la U. de Pennsylvania. Pdte. del Instituto Peruano de Economía, Director de la Maestría en Finanzas de la U. del Pacífico. Ha sido economista-jefe para AL de Merrill Lynch y dir. gte gral. ML-Perú. Se desempeñó como investigador GRADE.